La visita a la catedral de Notre-Dame (1163) es una de las muchas visitas obligadas de los turistas en París. Estoy conciente que escribí “obligadas” y “turistas”. Con esto queda claro que es una especie de trámite para la mayoría de los visitantes que van a sacarse la foto frente a la fachada principal, o junto a una de esas (literalmente) monstruosas gárgolas que adornan y sirven de goteras en los techos del edificio. Pero también estoy seguro de que no pocos de quienes van a cumplir con ese protocolo llegan a sentir algo especial cuando se encuentran bajo la influencia de esta imponente iglesia medieval. Y no es difícil. Es cuestión de ponerse en otra modalidad: desacelerar, hacer una pausa, poner atención, hacer a un lado la guía verde de Michelin, y dejarse llevar por la percepción y los sentidos. Un esfuerzo nada del otro mundo, pero que se nos dificulta tanto en esta era inundada de Blackberries y otros instrumentos nómadas de trabajo y “productividad”.
Si estamos frente a Notre-Dame, o debajo de ella, nos encontramos justo en el corazón de París. En esta pequeña isla, la Isla de la Cité, nació París, hace unos 2 mil 260 años (ignoro la hora). Todo comenzó con el asentamiento de un grupo de pescadores galos de la tribu de los Parisi. Es el nacimiento de Lutecia, nombre celta que significa “casas en medio del agua”. Y aquí estoy, en esta magnífica catedral en medio del agua, dejándome llevar por los sentidos (y una que otra distracción que se cruza por mi campo visual). Esta vez son las puertas, las tres impresionantes puertas de la fachada principal. Hay que verlas de lejos, en conjunto. Pero también de cerca. De muy cerca. Casi tocarlas y sentir sus detalles. Cerrar los ojos. Son un agasajo.
Voy con mi Nikon D7000 y su lente original de 18-105 mm. Desde donde estoy parado, no puedo abarcar toda la fachada de Notre-Dame en una sola toma, pues necesitaría un gran angular muy abierto, quizá un “ojo de pescado”. Así que tomo tres fotos: la base, la parte media y la parte superior del edificio. Procuro mantener el mismo eje vertical para que después pueda unir las tres fotos (mediante un programa especial) y se vea como una sola. De esta manera mato dos pájaros con tres disparos (sé que la frase no suena muy afortunada). Por una parte, tener toda la fachada a una distancia razonable. Por otra, contar con una fotografía que muestre las tres puertas principales y con una resolución que permita al espectador apreciar los detalles mediante un “click” con el ratón.
Los tres pórticos son desiguales. Si se miran con cuidado, se puede advertir que la puerta del centro es más alta y más ancha que las otras dos. En la Edad Media, este era un truco muy efectivo para evitar la monotonía de las grandes superficies. Pero, repito, hay que tener la calma y la atención para descubrir estos detalles. De hecho, la intención con estos pórticos era muy interesante: los fieles que no sabían leer podían aprender la historia sagrada admirando y “leyendo” las estatuas y bajorrelieves allí expuestos. El pórtico de la izquierda está dedicado a la Virgen María, el del centro al Juicio Final (tema omnipresente para infundir el miedo entre los pecadores potenciales… o sea todos), y el de la derecha a Santa Ana (abuela de Jesús).
Con tanta cultura e historia da mucha hambre y mucha sed. Es necesario recargar las baterías. Lo maravilloso de París es que por todas partes hay restaurantes y brasseries. Una buena panadería (boulangerie) nos quedaría también muy bien: un baguette con una combinación de jamón y quesos. Y un vinillo, para no cerrar en falso (que es lo peor que podría suceder en estos casos).
Nota: Las fotografías (derechos reservados) fueron procesadas mediante la técnica de HDR (high dynamic range), con el fin de obtener el mayor rango posible de contraste en luces y sombras. Los invito a verlas con detenimiento, dando click en ellas y utilizando el instrumento de aumento.
Arturo ¡qué gran (de) fotografía de Notre Dame! Gracias. Un abrazo.
José Luis Mtz. Suárez
MI QUERIDO ARTURO:
Al fin obtuviste la Nikkon que querias y mira que cosas tan bellas captaste y además los comentarios con tan excelentes explicaciones, los que hemos estado en Paris la verdad no hemos puesto la atención debida como tu lo haces, Gracias, besos y apapachos.
Ana