Rendezvous en París IV (Non Mechaberis)

A veces los pequeños detalles, infringiendo las leyes de la física clásica y relativista, deforman más el espacio-tiempo que el resto de los objetos masivos que los rodean. ¿Por qué lo digo? Miren. La Madeleine es una de esas iglesias extrañas que hacen que uno piense que se equivocó de ciudad. ¿Un descomunal templo griego en medio de París? Cincuenta y dos grandes columnas corintias de 20 metros de altura rodean el edificio. Sobre la fachada principal se alza el enorme frontón que representa el inquietante tema del juicio final.

Pero no es lo monumental lo que atrapa mis sentidos, sino un detalle de la puerta principal de la iglesia, pródigamente decorada con diez bajorrelieves. Tampoco es el bajorrelieve que describe al Rey David junto a Betsabé y la cuna de su hijo muerto. Es la inscripción que se encuentra justo debajo de la imagen. La frase dice: “Non Mechaberis”. Como el latín no es mi fuerte (como tampoco el Arameo o el Inuit), desconozco su significado. El instinto me dice que hay aquí algo profundo. Una señal, una advertencia que me evitará partipar en la escenita que anuncia el frontón de la iglesia.

Hago una búsqueda en Internet (ya se sabe que lo que no está en Internet no existe) y encuentro el libro que sin duda desvelará el misterio: Praeceptorium divinae legis, de Gotschalcus Hollen, escrito en 1484. Sí, allí está todo. Es clarísimo que es justo lo que buscaba. El problema es que no entiendo nada, pues, como ya quedó asentado más arriba, mi latín de la prepa no me alcanza para descifrar un texto de tal complejidad.

Sigo buscando en la red hasta que me topo con «Amantes, barraganas, compañeras, concubinas clericales” donde leo el siguiente pasaje:

«Del sesto mandamiento. El sesto mandamiento de la Ley es “non mechaberis”. Acerca de aqueste pregunta si dormió con alguna muger, tirando la suya, o si trató deshonestamente o besó a alguna, para cometer pecado con ella, si pudiera».

Sólo esto me  faltaba. Un texto en español antiguo. ¿Qué es eso de «sesto», «aqueste», «muger»? Imposible descifrar la advertencia que mi fiel instinto me dice se encuentra encriptada debajo de un bajorrelieve de la puerta principal de La Madeleine. Para olvidar el asunto, decido dirigirme a la brasserie más cercana a disfrutar una Stella Artois bien fría (¿quién dijo que debía ser una cerveza francesa?). Me quedo viendo la copa. Qué extraño. La fecha de la fundación de la cervecería belga es 1366. Parece ser una nueva pista…