Arte Africano en Medio de un Bosque

La fotografía de abajo fue tomada por el fotógrafo Mark Shaw en 1955. En ella aparecen Pablo Picasso y la modelo Bettina Graziani. En el estudio se pueden apreciar varias pinturas del pintor, pero también una gran cantidad de objetos colgados y amontonados sobre mesas y en rincones. Todos son parte de la colección de arte primitivo que Picasso comenzó a coleccionar desde joven. Escribió en una carta a su amigo Apollinaire: «Mis mayores emociones artísticas las sentí cuando se me apareció, de repente, la sublime belleza de las esculturas realizadas por artistas anónimos de África. Esas obras son lo más bello que la imaginación humana haya producido». Por cierto, Picasso y Apollinaire fueron sospechosos por algún tiempo del robo de la Gioconda del Museo del Louvre, en 1911 (con sobrada razón, pues este par tuvo algunos antecedentes medio turbios relacionados con la desaparición de otros objetos del Museo).

Picasso y Bettina Graziani, en el estudio de La Californie, en Cannes. © Mark Shaw, 1955.

El título de la entrada no es ninguna exageración. La Fundación Louis Vuitton (FLV) se encuentra en medio del Bosque de Boulogne, el cual tiene una extensión de 846 hectáreas. Cuenta con dos lagos (con renta de botes), diversos jardínes e invernaderos, senderos peatonales y para bicicletas, caminos para andar a caballo, áreas para hacer días de campo, juegos para niños, dos hipódromos, museos, varios restaurantes y un teatro. Vamos, como el Bosque de Chapultepec de la ciudad de México, sólo que con 168 hectáreas más… y los hipódromos. La FLV, diseñada por el arquitecto canadiense Frank Gehry, fue abierta al público en 2014. Se puede llegar a pie a este centro cultural, en una caminata pausada de unos 20 minutos desde la estación del metro Les Sablons, o bien tomar un minibús eléctrico que tiene su estación a unos metros del Arco del Triunfo (un euro, si se tiene ya un boleto para algún evento). Pues bien, la Fundación presentó en 2017 la exposición Art/Afrique.

Entrada de la Fundación Louis Vuitton (París). © A. Guillaumín T/2017.
Rosa en el vestíbulo de la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Estructura exterior de la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.

La periodista británica Louisa Buck dijo en un artículo en The Telegraph que puede ser que hoy se hable mucho sobre la globalización del mundo del arte contemporáneo, pero que el arte de África está lamentablemente sub-representado (www.telegraph.co.uk, del 5 de mayo de 2017). Aunque la exposición tiene un título muy abarcador, nos dice, es imposible que dé cuenta del alcance y variedad de un continente que está integrado por 54 países diferentes (debo reconocer que en el ejercicio de recordar el nombre de esos países, sólo logré hacerlo con 16… y algunos de ellos no figuraban en mi repertorio). Muy quisquillosa la señora Buck, pero hay que concederle la razón de que en efecto, se habla poco del arte africano. Habría que agradecer entonces a la FLV el esfuerzo de brindar una pequeña muestra de la riqueza y calidad del arte en este inmenso continente: el tercero en extensión de los seis continentes, con una superficie de 30 257 466 kilómetros cuadrados (20.2 por ciento de la superficie terrestre) y 1 196 millones de habitantes (más o menos).

Después del 11 de septiembre de 2001, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
El Problema del agua, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Pájaros, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.

En la exposición Art/Afrique pudimos apreciar y disfrutar una gran variedad de objetos de arte: máscaras, pinturas, fotografías, murales, instalaciones, cortometrajes, maquetas, esculturas individuales y grupos escultóricos. Todos llenos de ingenio (como las esculturas realizadas con materiales de desecho), en los que se puede expresar lo mismo un gran sentido del humor que una realidad atravesada por enormes problemas sociales y ambientales. Una de las enormes sorpresas, entre muchas, fue descubrir cómo incluso el peinado de las mujeres puede llegar a convertirse en un verdadero arte portátil. Había una pequeña sala en la que se exhibían más de 100 fotografías de mujeres con diferentes peinados. ¿Cómo no admirar la joven con ese peinado tan elaborado? (Ver más abajo)

Esfera elaborada con recipientes de combustible, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Moto alada, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Máquina de escribir, exposición Art/Afrique en la FLV. © A. Guillaumín T/2017.

La exposición Art/Afrique en verdad fue extensa y estuvo compuesta por tres colecciones: 1) Colección Pigozzi (Los Iniciados); 2) Colección Être Lá (Estar ahí), de África del Sur; y 3) la Colección de la propia FLV. No pude encontrar la numeralia de los objetos exhibidos, pero eran cientos (nótese la precisión), a los que dedicamos varias horas… ¿cuatro? La esfera metálica (ver arriba) se encontraba en un piso superior y reposaba sola y misteriosa en una pequeña sala rodeada de ventanales. Había una puerta, pero estaba cerrada, y no había ningún letrero que invitara «Pase usted y juegue un rato con la esfera, ruede con ella». Al fin nos animamos a atravesar la puerta  para ver sus detalles. Nos dimos cuenta que las piezas, recipientes para combustible, estaban perfectamente ensambladas y ninguna había sido pintada para la obra y mantenían  su color original desgastado por el uso. Fue una sensación extraña estar ahí dentro solos con la esfera. ¿La podemos llevar de recuerdito, emulando la pareja Picasso-Apollinaire? Pero el gusto duró poco: a los cinco minutos, la gente, animada por vernos dentro,  comenzó a entrar y en poco tiempo estaba lleno el lugar. Hora de continuar por otras salas.

Dog Sleep Manifesto, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Infantería con Bestia 01, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Infantería con Bestia 02, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.

El conjunto escultórico «Infantería con Bestia», de la artista sudafricana Jane Alexander, es realmente impresionante, tanto por el tamaño natural de las piezas como por el número de las esculturas, 29.  Esta inquietante obra fue realizada con fibra de vidrio, pintura al óleo, zapatos y alfombra de lana. La Bestia, supongo, es el perro que parece dar órdenes a este grupo de… ¿ otros perros con forma humana? Como contraparte, las maquetas, como la de Station Vampires (ver más abajo), resultan tan divertidas como interesantes, pues fueron elaboradas con plástico, aluminio, piezas recuperadas de basureros y material eléctrico. El artista Rigobert Nimo, de la Republica del Congo, transformó todos esos materiales en estructuras alucinantes de ciencia-ficción. Sí, las maquetas emitían luces de colores, atrayendo a algunos niños: «¿Puedo pedir unos de estos a Santa Claus?».

Observador en la exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Retrato de mujer, exposición Art/Afrique en la FLV. © A. Guillaumín T/2017.
Retrato de mujer joven con peinado muy elaborado, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.

El tiempo se fue como agua. No había vigilantes en las salas (o estaban muy bien camuflados como piezas de madera talladas). Nadie que le dijera a uno: «está muy cerca de la obra», «no se recargue contra la mampara», «no tome fotos panorámicas», «no se tire al suelo para  fotografiar las obras», «no se suba a ese tótem que se puede venir abajo».  Una museografía extraordinaria, en donde todo fluye de manera natural (sea lo que quiera decir esta frase), y sin mayores indicaciones. Y eso fue lo que hicimos, fluir… hasta que llegó la hora del cierre de la FLV (9 de la noche). Dejamos fuera una serie de experiencias paralelas que incluían música, poesía y literatura, con un catálogo de texto de escritores africanos. Ya será para la próxima. Con mucha luz solar todavía, emprendimos el regreso al metro. Hora de cenar.

Escultura de hombre formada con cabezas y manos, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Station Vampires, exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.
Vista de la exposición Art/Afrique en la FLV (París). © A. Guillaumín T/2017.

No soy experto en arte. Más bien muestro mi gran ignorancia en este terreno a la menor provocación. Pero, como habría dicho mi querido amigo Alfredo Gutiérrez (qepd), con saber sorprenderse a tiempo es más que suficiente. Y ya encarrerado quizá me anime a seguir con una próxima entrada sobre Picasso Primitivo, una interesante exposición de este artista en el Museo Quai Branly, dedicado, precisamente, al arte de las culturas tradicionales de todo el mundo.

Autobús eléctrico que lleva a la FLV. © A. Guillaumín T/2017.

El Museo Soumaya… o lo que se puede hacer con las tarifas telefónicas

Advertencia # 1: «Oiga, usted no puede recargarse sobre las mamparas para tomar fotografías»

Uno de los objetivos de nuestro viaje a la Ciudad de México fue visitar el Museo Soumaya, construido por Carlos Slim en 2011, al norte de la Colonia Polanco. En este lugar se aloja parte importante de la colección personal de este personaje, que en algún momento fue el hombre más rico del planeta, según la revista Forbes. Las fotografías que había visto del edificio ya auguraban un encuentro interesante. Yo iba preparado con una discreta cámara Nikon Coolpix (con un zoom 18-x muy bueno), que cabe perfectamente en la palma de la mano, en caso de que estuviera prohibido tomar fotografías (se dan casos). Pero pronto descubrimos que, además de que la entrada es libre (bueno, ya la pre-pagamos con las tarifas del servicio telefónico), se pueden tomar fotos, con la condición de no usar tripié ni flash. Lo usual.

Fachada 2 Soumaya
Fachada del Museo Soumaya, Ciudad de México. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Fachada y Escalinata
Escalinata y parte de la fachada del Museo Soumaya. Ciudad de México.© Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 2: «Está usted pisando dentro de las líneas blancas que están en el suelo»

El edificio es obra del mexicano Fernando Romero, quien contó con la asesoría del arquitecto canadiense Frank Gehry (sí el mismo que tiene edificios que parecen que los golpeó un meteorito), de quien se nota su influencia. Por ejemplo, echar un ojo al Museo Guggenheim de Bilbao… bueno, más o menos. En realidad no es tan impresionante como el del País Vasco que, en verdad, es una maravilla. La fachada del Soumaya esta recubierta por más de 16 000 placas hexagonales de alumnio que no se tocan, semejando un panal. Por dentro, la colección se distribuye en seis pisos de dimensiones variables (el edificio es asimétrico) que se conectan por medio de una rampa perimetral y ascensores. Bajar esa rampa en patineta debe ser divertido, pero no creo que lo permitan.

Rampas
Rampas. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Mural Baño en el Río
Mural «Baño en el Río», de Diego Rivera. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. /2017.
Dama con velo, de Giovanni Battista Morelli. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 3: «Su cámara está demasiado cerca de las obras. Va a disparar las alarmas»

El Museo (por cierto hay dos museos Soumaya: el de aquí en Polanco, y el otro en Plaza Loreto) tiene una colección de 70 000 piezas que incluyen obras de Rodin, Monet, Degas, Renoir, Van Gogh, Murillo y otros artistas europeos. También hay obras de maestros novohispanos, así como pintores como Velasco, Dr. Atl, Rivera, Orozco, Siqueiros, etc. Sí, la colección no es nada despreciable e incluye monedas, relojes, joyería, vajillas, relicarios, devocionarios, objetos decorativos, fotografía mexicana contemporánea, entre otras muchas cosas. Hay una amplia sección dedicada a Venecia, a sus artistas y a las películas que han sido inspiradas por esta ciudad, como «Muerte en Venecia».  Quizá una de las secciones más interesantes es la que se dedica a obras orientales talladas en marfil (aunque a los pobres elefantes no debe hacerles mucha gracia).

Después de la tormenta 02
Después de la tormenta, de Vincent van Gogh. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. /2017.
Detalle de un colmillo de elefante tallado
Detalle de un colmillo de elefante tallado. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Juego de Ajedrez tallado en marfil
Juego de ajedrez tallado en marfil. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
San Pedro
San Pedro en Penitencia (detalle), Giovanni Battista. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 4: «No puede tomar fotografías hacia abajo, por encima de estos muros. Su cámara puede caer al vacío»

No hay nada que le advierta al visitante que hay un cuadro que le va a «hacer ojitos» desde lejos. Se trata de una escena panorámica (66.3 cm x 128.6 cm) que atrae por su oscuridad que contrasta con la línea del horizonte. Un poco en la penumbra se puede ver un pastor con sus ovejas. Parece como si las acabara de reunir como para tomar una selfie. Se trata del óleo Después de la tormenta, de Vincent van Gogh. Lo pintó por encargo en 1884 para un tal Antoon Hermans, quien lo quería para adornar su comedor. Seguramente lo colgó entre el retrato de la abuela y el clásico bodegón de mal gusto. El Museo lo adquirió en una subasta en 1997 en Sotheby’s de Londres. ¿No hubo ese año hubo un incremento de tarifas telefónicas?

Detalle La Piedad
Detalle de La Piedad, de Miguel Ángel. Museo Soumaya. (c) Arturo Guillaumín T. / 2017.
La Piedad
La Piedad, de Miguel Ángel. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
El Beso en bronce
El Beso, de Auguste Rodin. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 5: «No está permitido tomar panorámicas de las salas de exhibición, sólo de las obras»

Después de tres horas y media de recorrido en el Museo Soumaya, me quedó una clara convicción y una sensación medio escurridiza. La primera se refiere a que cuenta con una colección de objetos de arte realmente extraordinaria y que vale la pena hacer el peregrinaje a esa zona de la Ciudad de México para ver y disfrutar esas obras en vivo. La segunda es un poco difícil de definir. Se trata de la combinación entre una arquitectura que no cuaja (eufemismo de «muy fea») y la disposición de las obras. Si bien no tengo conocimientos de museografía y curaduría (sólo conozco el curado de nanche), me quedó la sensación de que algo no hace «click» en el Museo y que otra organización de los espacios habría sido mejor. Pero dada mi ignorancia sobre este asunto, quizá sea sólo eso: mi ignorancia… o quizá un cierto resentimiento por haber sido amonestado varias veces por los y las guardias de las salas de exhibición.

Venecia
Dos bancas con pantalla. Sala dedicada a Venecia, Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Muerte en Venecia
Una familia viendo una escena de Muerte en Venecia, Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 6:  «Este es un baño, no una sala de exposición. Por favor no tome fotos aquí»

Sí, me amonestaron varias veces en el Museo. Respecto a recargarme en una de las mamparas, jamás sucedió tal cosa. Debe haber sido una ilusión óptica. Me declaro culpable de haber cruzado las líneas marcadas en el piso y de acercarme demasiado a las obras. Eso lo solucioné después con el zoom de la cámara. Eso de tomar fotos hacia el vestíbulo por encima del muro de protección es cierto. Vino a mi mente de inmediato la fórmula de la caída libre de los objetos, donde «h» es la altura, «t» es el tiempo de duración de la caída del objeto (en este caso, mi cámara), y, por supuesto, la aceleración de la gravedad, que se designa con «g» y que es de 9.81 metros/segundo. Le dije al vigilante que tenía razón y que podía causar un serio accidente. A lo que él respondió «Sí, imagínese, más con el peso de su cámara». Y ahí fue cuando nos enfrascamos en una acalorada discusión, pues le dije que ni el peso del objeto ni su forma eran variables relevantes para la fórmula. Finalmente estuvo de acuerdo cuando le recordé el experimento de Galileo en la Torre Inclinada de Pisa. Eso de que no podía tomar fotografía panorámicas de las salas de exhibición fue algo que se sacó de la manga la señora vigilante. Cuándo se ha visto semejante restricción. Quizá sólo quería hacerme plática.

Los baños del Soumaya. Vista panorámica de los mingitorios. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Los baños del Soumaya. ¿Piezas de arte o aromatizadores? © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Epílogo

Esta es la reacción, desde Canadá, de Luis Porter a la publicación de esta entrada dedicada al Museo Soumaya:

Estimado visitante del Pasumaya
que se cruza del borde de la raya
– ¡si no cumple las reglas con cuidado
tendrá que regresarse al otro lado! –
Un gusto encontrarte en este blog
y leer tus relatos con esmero
temprano en la mañana y sin esmog
entre Frank Ghery y el tal Equis Romero
No sé bien sobre tus inclinaciones
pero si la de las rampas en funciones
o la de los raros muros del museo
y no sé cual es peor, ni cual mas feo.
Todo puede ocurrir allá en Polanco
donde el capital asienta sus laureles
y cualquier edificio es como un banco
con forma de tamal o de pasteles
¡No importa! en el primer mundo vivimos
y como tal las leyes las cumplimos
mingitorios, abismos, primer plano
todo cabe en el blog de este mi hermano
Acá en Stratford, tan sin embargo
la nieve cae como por encargo
salirse de la casa es arriesgado
a menos que te disfraces de pescado
Y así las cosas, me gustó tu mofa
y ver tus fotos, (incluso la del baño)
y aprovecho la rima de esta estrofa
para desearte un festivo fin de año…
Luis

Panorámica Pinturas
Sala de pinturas, Museo Soumaya.(c) Arturo Guillaumín T. / 2017.

Arianna Dormida

No recuerdo dónde la vi por primera vez . Es probable que haya sido en una revista o en un diario en Internet. Inmediatamente supe que tenía que conocerla en vivo y a todo color. Ver de cerca su cara, su cuerpo, ¡su ombligo!, y los pliegues de su sensual vestimenta. Si pudiera también pasar la mano sobre ella para percibir mejor sus texturas sería mucho mejor. Pero dudo que tuviera oportunidad alguna de hacerlo sin ser detenido de inmediato y presentado a las autoridades (aparte de la vergüenza de aparecer en la prensa mundial… en estos tiempos de acosos y demandas millonarias).

Ya sabía dónde habitaba esta mujer de dos toneladas de peso: en la Galería Uffizi de Florencia, después de un «peregrinaje» de 220 años por diversas partes de Italia. El mismo Miguel Ángel la admiró y ahora la tenía de nuevo cerca (es un decir), en la Sala 35, dedicada a, precisamente, Miguel Ángel y los Florentinos. Arianna Durmiente (Arianna Addormentata) es una copia romana del siglo III antes de Cristo de una obra helénica. ¡Qué copia! Me imagino a la madre del escultor que la copió: «Hijo, ya te dije que tienes que deshacerte de esa fea manía tuya de copiar. Así no vas a llegar a ninguna parte y vas tener que dedicarte a la política». Y vaya que si llegó a alguna parte… al menos la escultura.

Los Puentes desde Uffizi
Los puentes sobre el río Arno, desde la Galería Uffizi, Florencia. (C) Arturo Guillaumín T. / 2016.

Y llegó la hora. Entramos a la Uffizi temprano, pero ya había demasiada gente, cientos de visitantes (¿miles?). Uno quisiera entrar a los museos y las galerías con otras 20 o 25 personas, a lo sumo, para poder sentarse con calma a ver las obras y tomar fotografías a gusto y sin que nadie se atraviese a la hora de apretar el disparador. Cabe decir que en esa Sala 35 se encuentra, ni más ni menos, que el cuadro Tondo Doni de Miguel Ángel: una pintura redonda de 120 centímetros de diámetro, de alrededor de 1505, en la que aparecen la Virgen con el Niño y San José, con un marco que el mismo pintor diseñó. Para mí el famosísimo Tondo Doni estaba en segundo lugar: yo iba a ver a Ariannita (nótese ya cierta confianza con la chica).

«Mi scusi, dov’è la stanza trentacinque?», me hubiera gustado haber preguntado así, con un fluido italiano a alguno de los asistentes de la galería. Pero no, sólo alcancé a balbucear algo incomprensible que me llevó a unos baños que se encontraban al final de un largo corredor. Después de un breve recorrido, al fin nos encontrábamos en el umbral de la Sala 35. Estaba preparado para el complicado encuentro con Arianna: tropiezos, empujones, piquetes de ojo, para abrirme paso y llegar a ella. Pero cuál sería mi sorpresa. Ni mi en mis más fantasiosos sueños lo hubiera imaginado… pero esto es lo que me encontré.

Arianna Dormida (Arianna Addormentata). Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.

¡Arianna sola para mí! Sí, todo mundo estaba admirando el cuadro de Miguel Ángel y ni quien le echara un ojo a la escultura. Así que pudimos recorrerla centímetro a centímetro. Con una oportunidad como esta tuve que contener las ganas de pasar la mano sobre ella, sobre todo por el ombligo. Eso sí, tomé alrededor de 20 fotografías. Pero ninguna de ellas se compara con la emoción de estar frente a esta obra de arte (no importa que sea copia) de hace más de 2 200 años.

Las sandalias y los pliegues de Arianna. Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.

La mano, la nariz, de Arianna. Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.

Después de una experiencia como esta, sólo queda reponerse con una bisteca alla fiorentina, un vinillo tinto y un helado para no cerrar en falso. Bueno, y apenas ese fue el comienzo en esa ciudad, cuna del Renacimiento y el Humanismo, y centro de la Toscana.

El ombligo de Arianna. Galería Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumín T. / 2016.

Ai Weiwei

Hace apenas un par de meses no sabía nada acerca de Ai Weiwei. Poco antes de salir de viaje a La Toscana, me topé con un artículo en un periódico en Internet donde se hablaba de algunas de sus obras recientes. Lo googleé (del verbo googlear) y encontré una gran cantidad de información, incluyendo su blog personal (aiweiwei.com) y numerosas reseñas de sus exposiciones e instalaciones por todo el mundo. Leí con mucho interés acerca de su vida y de su obra: se me reveló un personaje fascinante artística, cultural y políticamente. Veinticuatro horas antes de partir, recibí un boletín informativo del Palacio Strozzi (www.palazzostrozzi.org), de Florencia, al que me acababa de suscribir y, ¡oh sorpresa!: en unos días se iba a inaugurar allí una exposición retrospectiva de su obra. ¿Una alineación cósmica?

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Estructura metálica con forma de ala de ave. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Hicimos escala en Amsterdam. Allí debíamos esperar un par de horas en el aeropuerto de Schipol, antes de seguir a Florencia. Estábamos en la sala de salida esperando a que llamaran a abordar. Fue cuando volteé a la izquierda (la información acerca de la dirección hacia donde giré la cabeza es absolutamente irrelevante, pero pienso que da cierto dramatismo al relato) y vi una figura conocida: ¡era el mismísimo Ai Weiwei! Estaba vestido con jeans, camiseta verde, chaqueta azul y zapatos tenis. Se veía concentrado, chateando en su teléfono celular. Se lo dije a Tere, y ella, sin dudarlo, salió disparada a preguntarle si en verdad era Ai Weiwei o se trataba de una alucinación aeroportuaria (son frecuentes en las salas de espera). Charlamos brevemente con él y pudimos constatar que, a pesar de toda la fama que lleva encima, se trata de una persona afable, sencilla y conversadora.

Ai Weiwei en el Mercato Centrale, de Florencia.
Ai Weiwei en el Mercato Centrale, de Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Cartel de Ai Weiwei en la Galería Uffizi.
Cartel de Ai Weiwei en el patio de la Galería Uffizi. © Arturo Guillaumin / 2016.

Ai Weiwei nació en Beijing el 28 de agosto de 1957. Es un artista plástico, arquitecto, diseñador, activista y crítico tenaz del gobierno de su país, bloguero, experto en antigüedades y gran jugador de blackjack. Las autoridades chinas, quienes han tratado de silenciarlo inútilmente, lo han acusado de bígamo, evasor de impuestos, distribuidor de pornografía y plagiario, entre otros cargos. Es hijo del poeta chino Ai Qing (1910-1996), quien fue candidato del Premio Nobel de Literatura y amigo de Pablo Neruda. Por sus ideas revolucionarias, Qing fue exiliado en 1958 por el gobierno chino a Manchuria (el equivalente chino de Siberia), donde vivió con su familia durante 16 años. Weiwei heredó de su padre su espíritu crítico y disidente, sin duda, y ha encontrado en el arte una forma más de protestar contra las injusticias en su país: la corrupción de la policía, la falta de libertad de expresión, la tortura, el trabajo forzado, los arrestos domiciliarios ilegales (como los que ha sufrido, incluyendo el último que duró cinco años), y la pena de muerte.

Ave de papel. Exposición Libero.
Ave-pez de papel. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Cangrejos (hie xie) de porcelana. Exposición Libero.
Cangrejos (hie xie) de porcelana. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Instalación con bicicletas (símbolo de libertad), Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.
Instalación con bicicletas (símbolo de libertad), Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Su Estudio de la Perspectiva consiste en una serie de fotografías que, a manera de selfies, Ai ha tomado a lo largo del tiempo, a partir de 1995 con una foto tomada en la Plaza de Tiananmen. Todas tienen en común que siempre aparece el brazo izquierdo del artista, levantando el dedo medio de la mano haciendo la seña que todos conocemos (giving the finger) a los lugares más icónicos del planeta, como la Casa Blanca, el Vaticano, el Museo del Louvre (frente a La Gioconda), la Torre Eiffel, la Plaza de San Marcos… Se produce una sensación curiosa cuando uno está frente a estas fotografías. La primera es de risa, lo cual pude constatar entre la gente que estaba a mi alrededor. Pero en una segunda mirada se advierte un poderoso acto de protesta detrás del gesto, un rechazo al poder de la cultura y la política. Con esta idea en mente, me estoy animando a comenzar mi propia serie. La lista de lugares se antoja infinita: la Cámara de Diputados, la de Senadores, la SEP, el Museo Soumaya, Los Pinos, Monsanto, zoológicos (no confundir con las Cámaras antes mencionadas)…

Estudio de la Perspectiva, exposición Liber, Florencia.
Estudio de la Perspectiva, exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Estudio de la Perspectiva, exposición Libero, Florencia.
Estudio de la Perspectiva, exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Ai Weiwei es actualmente uno de los artistas contemporáneos más prominentes de China que desafía al poder mediante su arte y sus enconados (y a veces divertidos) actos de protesta. Quizá haya sido más conocido mundialmente por su diseño del «Nido de pájaros» del Estadio Nacional de Pekín, construido para los Juego Olímpicos de 2008, en colaboración con los arquitectos suizos Herzog y de Meuron. Como botón de muestra de la «simpatía» que se ha ganado en los círculos del poder chino, en 2011, su recién construido estudio en la ciudad de Shanghai fue completamente arrasado por las autoridades locales con bulldozers, mientras sufría un arresto domiciliario más para impedir que estuviera presente. Curiosamente, las mismas autoridades de Shanghai le habían propuesto que construyera su estudio en un lugar que le habían designado especialmente para tal propósito.

Gran serpiente hecha con portafolios de diferentes tamaños.
Gran serpiente hecha con portafolios de diferentes tamaños. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Detalle de la serpiente. Exposición Libero, Florencia.
Detalle de la serpiente. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Campo de piezas metálicas. Exposición Libero, Florencia.
Campo de piezas metálicas. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

El arte siempre gana. Cualquier cosa puede pasarme a mí, pero el arte permanecerá

– Ai Weiwei

Escultura con sillas, exposición Libero, Florencia.
Escultura con sillas, exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2016.

Ai en su estudio de Berlín, acompañado por uno de sus gatos.
Ai en su estudio de Berlín, acompañado por uno de sus gatos. © Palazzo Strozzi / Ai Weiwei / 2016.

Ai transforma en arte la destrucción de una urna Han con más de 2000 mil años de antigüedad.
Ai transforma en arte la destrucción de una urna Han, con más de 2000 años de antigüedad. Exposición Libero, Florencia. © Arturo Guillaumin / 2006.

Encuentro.
Encuentro en Schipol. © Arturo Guillaumin / 2016.

Entrevista a un hongo

En 2003 se realizó el concurso anual del mejor ensayo a escala global. Fue patrocinado por la Royal Dutch Shell (una de las cuatro mayores multinacionales en materia de hidrocarburos, gas natural y gasolinas) y la prestigiosa revista The Economist (publicación británica sobre economía y relaciones internacionales). La pregunta que plantearon para la elaboración de los ensayos fue: ¿Necesitamos a la naturaleza? Curiosa pregunta, ¿no? La ganadora de esta competencia fue Diane Brooks Pleninger, de Anchorage, Alaska, con el ensayo “Entrevista a un hongo”.

002 pilobolus-crystallinus
Pilobolus crystallinus.

Aquí presento una traducción libre de parte del texto ganador y que aparece en el libro Dreaming the Future, de Kenny Ausubel. Aquí, Diane Pleninger (D. P.), la galardonada del concurso, entrevista al hongo Pilobolus crystallinus (P. C.).

D. P. Nuestro invitado de hoy es Pilobolus crystallinus, autor del libro bestseller y ganador de varios premios ¿Necesitamos la humanidad? Una perspectiva micótica. Él es un erudito, conferencista, habitante del estiércol y conocido autor. Señor Pilobolus, su libro más reciente plantea algunas preguntas tentadoras acerca del futuro de la biosfera y el papel que usted y otros habitantes jugarán en él. Díganos cómo es que llegó a escribir sobre este tema.

P. C. El libro es resultado de una serie de simposios a los que asistí a lo largo de 200 años, bajo el patrocinio de la Federación Mundial de Hongos, sobre el tema “¿Qué necesita la naturaleza?”

D. P. Los siglos XIX, XX y XXI constituyen un periodo revolucionario en la biosfera. ¿Cómo han sido afectados los hongos por los eventos de la historia moderna?

P. C. La historia reciente de los hongos, la cual tiene unos 400 millones años, ha sido una historia de éxito extraordinario. Los hongos ocupamos dos nichos vitales en la naturaleza cuya importancia nunca ha sido cuestionada. En uno de ellos, nosotros conducimos los ciclos del carbono, donde equipos selectos de detritívoros tienen la misión de digerir la materia orgánica y regresar las partes componentes de nuevo al sistema ecológico. Sin nuestro trabajo, la vida sobre la Tierra desde hace mucho tiempo se hubiera detenido por la falta de materia prima. En otro nicho, actuamos en sociedad con las raíces de las plantas para extender su alcance en el ambiente del suelo y mejorar su absorción de agua y de nutrientes. Los animales, a su vez, se alimentan de las plantas y se benefician de esta colaboración. Ambos roles son críticos para mantener la biosfera.

D. P. Desde su punto de vista, ¿cuál ha sido el propósito de los humanos durante los siglos recientes?

P. C. Con la sabiduría que me da la experiencia, creo que lo podemos resumir como un experimento fallido de individualismo. La idea de individuo –y no hay un equivalente entre los hongos– surgió durante un periodo de transformaciones rápidas en la sociedad humana. En teoría, el individualismo se veía justificable, incluso atractivo. El individuo ideal era educado e ilustrado, alguien a quien todos querríamos conocerle. Sin embargo, en la práctica, la cultura del individualismo ilustrado se convirtió, después de un breve periodo, en un culto a la libertad personal. Durante varios siglos, esta libertad desenfrenada y la distribución fortuita de los recursos naturales condujeron a la creación de ciertas colonias de humanos ricas y aisladas. Su prosperidad provocó envidia, y el resto del mundo hizo lo que pudo para emularlas. Grandes poblaciones de humanos se mudaron de una experiencia muy simple del mundo natural a la expectativa de un estilo de vida similar a la que gozaban sus explotadores. Este clamor por la riqueza puso una enorme presión en la biosfera.

D. P. ¿Cómo describe la relación actual entre la naturaleza y la humanidad?

P.C. Sólo puedo hablar por los hongos, quienes caracterizan a la humanidad como prescindible. Después de un análisis muy intenso de los datos, la Academia no pudo identificar ninguna transacción indispensable entre los hongos y los humanos.

En este concurso participaron alrededor de 6 000 trabajos, provenientes de 163 países. El premio fue de $ 20 000.00 dólares. Diane Pleninger, en una entrevista, dijo que no diría en qué se iba a gastar ese dinero. Sólo mencionó que había hecho una lista con las cosas que le parecían prioritarias para beneficiarse de ese dinero.

Pilobolus crystallinus
Pilobolus crystallinus.

Esta es la referencia completa del libro:

Ausubel, Kenny. (2012). Dreaming the Future. Reimagining Civilization in the Age of Nature. White River Junction (Vermont): Chelsea Green. 212 páginas.

Nota: Las dos fotografías que acompañan esta entrada fueron tomadas de la página Nature Photography by Dragisa Savic: http://http://www.naturefg.com/pages/b-fungi/pilobolus%20crystallinus.htm. Se usan sólo para ilustrar esta entrada y sin ningún ánimo de lucro. Los derechos son del autor Dragisa Savic. Recomiendo visitar esta página con excelentes galerías de flora, fauna y hongos.

Un barco que emerge en medio del bosque

El año pasado (2014), se inauguró la Fundación Louis Vuitton, en París, un espacio dedicado al descubrimiento de la creación artística contemporánea. En él se aloja una amplia diversidad de experiencias culturales para los visitantes: una colección permanente de arte, los trabajos comisionados por la Fundación, las exhibiciones temporales, la creación de artistas in situ, así como otras expresiones que incluyen al teatro y la música.

Por un euro, uno se puede subir a este minibús para visitar la Fundación.
Por un euro, uno se puede subir a este minibús eléctrico para visitar la Fundación.

El edificio fue encargado al arquitecto canadiense Frank Gehry, y es el primer gesto artístico con el que se encuentra el visitante al llegar: una enorme y elegante estructura que semeja un barco. Las curvas y líneas geométricas se han adaptado perfectamente a las formas del jardín circundante, y las doce velas de vidrio juegan con la luz y los reflejos de una enorme pila de agua sobre la que se asienta la estructura. De hecho, su diseño fue inspirado por un yate de principios del siglo pasado, el yate Susanne.

Yate Susanne. La fotografía fue tomada por Ken Beken, en 1911.
Yate Susanne. La fotografía fue tomada por Ken Beken, en 1911. Obtenida de www.classicboat.co.uk.

Para lograr la apariencia de un barco, se construyeron las «velas» con un material que les diera una apariencia de ligereza: el vidrio. Se produjeron paneles de vidrio a escala industrial, y con especificaciones muy particulares para poder satisfacer las necesidades de la construcción. La superficie se dividió en 3 600 elementos: cada uno es único en cuanto a su radio, curvatura, ángulo y orientación. La sola colocación de estos paneles requirió de 17 meses.

Una de las fachadas de la Fundación Louis Vuitton
Una de las fachadas de la Fundación Louis Vuitton.

Vista desde una de las terrazas hacia La Defense
Vista desde una de las terrazas hacia La Defense (el área de negocios de París).

La arquitectura constituye una continua interacción entre el interior y el exterior, e invita al visitante a recorrer todos sus espacios, sus recovecos, corredores, terrazas, escaleras y salas. Es una sucesión de cambiantes perspectivas que crean una experiencia arquitectónica única. Aun si despojáramos al edificio de todos los objetos que contiene, sería un motivo suficiente para visitarlo.

Pasillo junto al espejo de agua
Pasillo junto al espejo de agua.

El enorme peso de las velas de vidrio se apoya en una enorme estructura mixta de madera y acero, dos materiales que tienen diferentes propiedades y cuyas interacciones tuvieron que ser puestas a prueba mediante modelos a escala. «Un iceberg envuelto en velas de vidrio», así es como Gehry imaginó desde el principio su edificio.

FLV Terraza y Estructura 01Terraza y pasillos.

Vestíbulo. (Foto: © Arturo Guillaumín T. 7 2015
Vestíbulo.

Terraza, pasillos y estructura. (Foto: © Arturo Guillaumín T. / 2015)
La estructura de las velas.

Espejo de agua.
Espejo de agua.

La Fundación cuenta con 17 galerías en las que se alojan la exhibición permanente, las exposiciones temporales, así como las actividades de los artistas invitados. Las escaleras y los elevadores son más que elementos que conectan los diversos niveles del edificio: fueron cuidadosamente diseñados para que sean parte de una unidad geométrica total.

Una de las galerías de la Fundación. (Foto: © Arturo Guillaumín T. / 2015)
Una de las galerías.

La Fundación Louis Vuitton se levanta a un lado del Jardín d’Acclimatation, en el Bosque de Bolonia (Bois de Boulogne), con una extensión de 846 hectáreas. Era un antiguo coto de caza de los reyes, y hoy es un gran pulmón de la ciudad y un parque que supera en tamaño al Central Park de Nueva York y al Hyde Park de Londres. Es una excelente lugar para jugar a las escondidas.

Escalera de agua.
Escalera de agua.

La escalera de agua desde el nivel de la entrada a la Fundación.
La escalera de agua desde el nivel de la entrada a la Fundación.

IMG_20150719_190710Nota: algunos datos técnicos de la Fundación fueron tomados de: LVMH. (2014). Fondation Louis Vuitton. París: Connaissance des Arts.

Todas las fotografías (a excepción de la segunda): © Arturo Guillaumín T. / 2015

Arte, poesía y… trenes

Abordamos el tren de Eurostar poco antes las nueve de la mañana, en la estación Gare du Nord de París. Este tren une, entre otras ciudades, a París, Londres y Bruselas. La velocidad crucero es de alrededor 330 km/h, aunque la reduce a 140 km/h cuando corre por el Eurotunel, por debajo del Canal de la Mancha, a lo largo de 50 kilómetros. Nos dirigimos a Londres, donde nuestros objetivos principales son los museos de Victoria y Alberto y el de Historia Natural, así como la galería Tate Modern. El viaje dura 2 horas y 15 minutos. Con la diferencia de uso horario entre las dos ciudades, llegamos a las 10 de la mañana, hora local.

El primer contacto que tenemos es con la estación londinense de Saint Pancras, un enorme espacio que alberga no sólo la estación, sino también un hotel de cinco estrellas, restaurantes, bares y tiendas de todo tipo. Combina magníficamente la arquitectura victoriana con la arquitectura moderna. En los pasillos hay diversas esculturas, pero la que más nos llama la atención es Meeting Place (Lugar de encuentro), del escultor británico Paul Day.

Lugar de encuentro
Lugar de encuentro

Lugar de encuentro
Lugar de encuentro

En la base de la escultura, el artista esculpió un friso en alto relieve en el que se representan diversas escenas relacionadas con la vida del metro londinense (tube, le dicen los ingleses). Es incréible el grado de detalle de las figuras y la inusual perspectiva de cada escena. A continuación muestro algunas fotografías del friso. Dé click en cada una de ellas y observe los detalles.

Friso 01
Friso 01

Friso 02
Friso 02

Friso 03
Friso 03

 

Friso 04
Friso 04

Friso 05
Friso 05

Tomamos el metro hacia South Kensington, por la línea Picadilly, hacia los museos. De regreso a la estación, por la noche, tendremos oportunidad de explorar más la estación Saint Pancras, incluyendo algún restaurant.

IMG_20150721_195942

 

 

Ensayos fotográficos (museos, galerías y calles)

Muestro esta vez diez fotografías relacionadas con el arte. Tienen como marco algún museo o alguna calle de la ciudad de París. He utilizado el programa Lightroom, de Adobe, para procesarlas y crear ciertos efectos que enfaticen algunas cualidades de la imagen. Espero que les gusten. Nota: haga click sobre las imágenes para apreciar los detalles.

Fachada Pompidou
Fachada Este del Centre Pompidou

Dynamo Esfera suspendida
Esfera suspendida, Grand Palais.

Pintor Place du Tertre
Pintor en la Place du Tertre

Mona Lisa 01-Editar-Editar
Buscando a la Mona Lisa, Museo del Louvre.

Pintor en la Acera
Artista sobre la acera

Figuras Humanas
Figuras sobre blanco, Centre Pompidou.

Silla de Ruedas
Tela voladora, Gran Palais.

Dynamo Color Rooms - copia
Cuartos de Color, Gran Palais.

Branly 03
Arte australiano, Museo Quai Branly.

Orangerie 02-Editar
Les Nymphéas, de Monet, Orangerie.

 

Impresiones de París: el Centro Pompidou, parte II

Hace algunos años, solía frustrarme cuando tomaba fotografías en los museos: quería que las obras aparecieran solas, libres de seres humanos a su alrededor.  Lograrlo, en lugares tan visitados como el Louvre o el Centro Pompidou, requiere de mucha paciencia y, por tanto, de mucho tiempo. Afortunadamente, me di cuenta de que si quería una imagen, «sin interferencias», de una pintura de Picasso o de Monet, lo mejor era obtenerla del propio sitio del museo en Internet. Pero poco a poco me di cuenta de que las obras de arte adquieren su verdadera dimensión en relación con los observadores. Y esto cambió mi perspectiva de la fotografía en estos espacios. En esta entrada trato de mostrar gráficamente lo que quiero decir.

Vouz aimez?, de Gerard Fromanger, y Lizes, de Andy Warhol.
Vouz aimez?, de Gerard Fromanger, y Lizes, de Andy Warhol.

Escultura sofá.
Escultura sofá.

Muros Colores
Muros de color.

Aprendí la simbiosis obra-observador una vez que quise tomar la foto de la Mona Lisa, de Leonardo da Vinci. Era imposible, pues había cientos (literalmente) de personas tratando de hacer lo mismo. Lo único que conseguía eran imágenes llenas de turistas con sus cámaras y celulares en alto para registrar, al menos, la prueba de que estuvieron a unos cuantos metros de la Gioconda. Pero una vez en casa, revisando las imágenes en la computadora, me di cuenta que no sólo tenía una imagen del cuadro, sino muchas a través de las pantallas de las cámaras de los visitantes. Y esto decía más que el cuadro solo. Desde entonces, las personas son parte de las escenas… la mayoría de las veces.

L'Aubade, de Pablo Picasso.
L’Aubade, de Pablo Picasso.

De nuevo, L'Aubade, de Picasso.
De nuevo, L’Aubade, de Picasso.

Niñas mirando fotografías.
Niñas mirando fotografías… o Niña rascándose la espalda.

La otra cuestión, aparte de componer una escena y tomar la fotografía, es procesarla. Con todos los adelantos de la manipulación digital, ahora es posible no sólo compensar y corregir la luz, el contraste y el color de la foto, sino también alterar prácticamente todos los parámetros que determinan sus cualidades como imagen. Es ahí donde entra en juego una segunda fase de la creatividad que va más allá de la recreación “fiel” de lo que el ojo vio. La alteración y la distorsión son parte del juego fotográfico, y eso es lo que aquí trato de mostrar a partir de la obra de verdaderos artistas de la luz… con el debido respeto.

Composition, de Sonia Delaunay... con madre e hija.
Composition, de Sonia Delaunay… con madre e hija.

Azuyl I, de Joan Miró
Azul I, de Joan Miró… éste sí, solito.

Crane de mort, de Jerémy Porte.
Crane de mort, de Jerémy Porte.

Pasillo con escultura al fondo.
Pasillo con escultura al fondo.

We stopped just here at the time, de Ernesto Neto.
We stopped just here at the time, de Ernesto Neto.

Ay cucliste, de Jean Helion.
Au cycliste, de Jean Helion.

Nota: En el procesamiento de las fotografías se utilizaron los programas Lightroom 3.6 y Photomatix Pro 4.2.6. De click en las imágenes para ampliarlas y ver los detalles con la lupa (+). Todas la fotos tienen Copyright.

No resistí a tomar esta foto del cuidador. ¿Ya vio su expresión?
No resistí a tomar esta foto del cuidador. ¿Ya vio su expresión?

Impresiones de París: el Centro Pompidou, parte I

Comienzo una serie de entradas que he titulado Impresiones de París (à la Monet), en las que narraré algunas experiencias de mi última visita a esta maravillosa ciudad de 12 millones de habitantes, que anualmente es visitada por un número de extranjeros que equivale a 4 veces su población (¡uff!). Los temas a tratar serán diversos, pero con un inevitable sesgo hacia las artes, pues París es una ciudad donde han prosperado hacia todas direcciones. Acompañaremos estas impresiones con las imágenes captadas por mi cámara, una Nikon D7000. Comenzamos con el Centro Pompidou.

El defensor del tiempo. (c) Arturo Guillaumín T. 2013.
El defensor del tiempo. © Arturo Guillaumín/2013.

Antes de visitar el Centro Pompidou, nos dimos una vuelta por el Barrio del Reloj (Quartier de l’Orloge), sólo para ver el reloj que le da nombre: El defensor del tiempo. Este es obra de Jacques Monastier: una escultura mecánica de cobre y acero, con una altura de cuatro metros y peso de una tonelada. El defensor lucha contra los elementos tierra, mar y aire, representados por bestias salvajes (un dragón, un ave y un cangrejo) que atacan al aproximarse cada hora, con el acompañamiento de sonidos de terremotos, tempestades y huracanes. A las 14:00 y a las 18:00, el defensor  vence a los tres, lo cual no deja de ser un alivio.

Fuente Igor Stravinsky. (c) Arturo Guillaumín/2013.
Fuente Igor Stravinsky. © Arturo Guillaumín/2013.

La plaza Igor Stravinsky (compositor y director ruso) se encuentra a unos metros del Centro Pompidou y su atracción principal es la fuente del mismo nombre, con un conjunto de 16 esculturas con movimiento, diseñadas por Jean Tinguely (*). Cada una de ellas representa una obra del músico, quien se nacionalizó francés y vivió largos periodos en París. Por cierto, vivió una temporada en una casa de Coco Chanel, con quien tuvo un tórrido romance, en un periodo que coincidió con el lanzamiento del célebre perfume Chanel 5. Sobre este affaire hay ya una película: Coco & Igor. Mientras el estreno en París, el 29 de mayo de 1913, de La consagración de la primavera ocasionaba un verdadero alboroto en el público (a punto de quemar el teatro, con todo y compositor adentro), Coco Chanel, quedaba embelesada por las agresivas disonancias y la atrevidísima coreografía de Nijinsky. Sin duda, este concierto puso en movimiento la música del siglo XX.

Fachada oeste del Centro Pompidou. (c) Arturo Guillaumín/2013.
Fachada oeste del Centro Pompidou. © Arturo Guillaumín/2013.

El Museo Nacional de Arte Moderno de Francia es mejor conocido como el Centro Georges-Pompidou. Aunque en sentido estricto esto no es muy preciso, porque el Centro también alberga la Biblioteca Pública de Información y el Instituto de Investigación y Coordinación Acústica/Música. Situado en el barrio Beaubourg, el Centro Pompidou es en sí mismo una obra de arte arquitectónica de dimensiones impresionantes. Este edificio se terminó en 1977, y fue diseñado por los arquitectos Richard Rogers y Renzo Piano, con una concepción vanguardista que, entre otras cosas, lo hace aparecer como una radiografía: sus escaleras mecánicas, ascensores, ductos de aire, agua y electricidad están a la vista. Esto permitió crear grandes espacios interiores de gran flexibilidad para la exposición de sus obras: un acervo de más de 44 mil piezas.

Terraza de las esculturas. (c) Arturo Guillaumín/2013.
Terraza de las esculturas. © Arturo Guillaumín/2013.

Las colecciones permanentes (que se renuevan cada 18 meses) están situadas en los niveles cuarto y quinto. En el cuarto se exhiben obras (pinturas, esculturas, instalaciones) de 1961 a la fecha, y en el quinto, obras de 1905 a 1960. En las demás plantas se encuentran la biblioteca, el centro de investigación, y el Forum, que cuenta con un centro de artes escénicas para danza, teatro y música, un cine y un taller de arte para niños. Por supuesto, el edificio remata con una cafetería y un restaurant con una excelente vista de la ciudad.

Terraza y Escaleras CGP
Terraza y escaleras del Centro Pompidou. © Arturo Guillaumín/2013.

(*) Jean Tinguely, pintor y escultor suizo, famoso por sus «máquinas escultura» o arte cinético. Por medio de sus obras, Tinguely satirizó la sobreproducción sin sentido de bienes materiales en la sociedad industrial del siglo XX.

NOTA: Recomiendo dar click en cada imagen para ver los detalles con la lupa de aumento. Todas las fotografías tienen Copyright.