
Escribo esta entrada al ritmo de Jean-Jacques Milteau y Terry Callier (Paris Blues). La música que llena mis audífonos proviene de la estación Radio Swiss Jazz, en Internet. Son casi las 12 de la noche. Creo que la mayoría de los moradores del Schumacher College debe estar descansando. Ha sido un día muy intenso. Stephan Harding y Sean Kelly son profesores extraordinarios, y lo que ha sucedido hoy hace difícil meterse a la cama. Hay demasiadas ideas, conexiones e intuiciones en el aire como para ir a dormir. Stephan, durante la mañana, nos condujo por las complejidades de la teoría Gaia. Con guitarra en mano, nos puso en la frecuencia adecuada, por medio de unos acordes que yo percibí abiertos y envolventes (después tocó algo del preludio de la suite para cello No. 1, de Bach).

Nos acercó no sólo a los aspectos teóricos, científicos, al modelo Daisyworld de Lovelock, a los ciclos, feedbacks y cualidades emergentes de nuestro planeta. También nos abrió las puertas de la percepción (para utilizar una conocida frase de William Blake) para sentir y experimentar Gaia.

Durante la tarde, hicimos un viaje a Dartmoor, una región situada en el centro de Devon: un Parque Nacional que comprende 953 kilómetros cuadrados, en una extensa meseta de granito que data del periodo Carbonífero, con una edad de 170 millones de años. Allí, Stephan nos propuso diversos ejercicios, para sentir la Tierra (su atracción, su curvatura, su inmensidad, y también su cuidado hacia nosotros), para percibir las piedras, las plantas, no como objetos sino como sujetos activos. Finalizamos con un viaje al sol (a estas alturas comienzo a dudar que haya sido con la imaginación).

De regreso al Schumacher College, y después de cenar, acudimos a lo que aquí llaman una “open night”. Es decir, una noche en la que también vienen personas de la localidad de Totnes a escuchar y participar en alguna actividad del curso. Sean Kelly nos ofreció una extraordinaria plática sobre la era planetaria, concepto que él ha elaborado a partir de las ideas de Edgar Morin (quien, por cierto, fue su mentor en París y a quien le ha traducido al inglés algunos libros, entre ellos Tierra Patria). Las palabras y frases las acompañó con lentos movimientos de brazos y manos, lo que revela su pasión por el tai chi y otras disciplinas orientales. Una experiencia completa, estética y emotiva.
Al final, unos bocadillos. Un poco de música. Armamos un trío. Philippe (Francia) improvisa con la guitarra, Alessandra (Brasil) canta y acompaña con una segunda guitarra, y yo los sigo con el piano. No estuvo mal. El viernes en la noche, ya quedamos, hacemos nuestro numerito.
