
Tomo mi tren en Londres a las 9:06 de la mañana rumbo a Totnes. El tranquilo viaje de casi tres horas me da la oportunidad de leer y de disfrutar el paisaje. Antes de llegar a mi destino, me toma por sorpresa el mar. El día es espléndido y soleado, pero estoy seguro que el agua está fría. Tomo un taxi a la pequeña localidad de Dartington y en diez minutos ya estoy en el Schumacher College, un conjunto de edificios situados en un envidiable escenario, lleno de árboles, plantas y aves.

Me dan la bienvenida e inmediatamente me conducen a lo que será mi habitación durante dos semanas. Pequeña, pero confortable y con el espacio necesario para trabajar y descansar. Me llama la atención una enredadera que ya se está metiendo por mi ventana (¿serán sanas sus intenciones?). La vista desde ella es inmejorable.

En menos de una hora, ya estamos todos los participantes (20 en total, de 11 países) y pronto comienzan las actividades: introducción a la vida en el Colegio, lunch vegetariano, tour por las instalaciones, círculo de presentaciones de los participantes, cena vegetariana, primera sesión con dos de los profesores (Sean Kelly y Stephan Harding). Terminamos cerca de las 10 de la noche. El curso es prometedor.

Los efectos del jet lag comienzan a hacer su efecto. Decido subir a mi habitación a descansar. El aire está frío, pero el blackbird que anda por ahí cantando ni se entera. Mañana las actividades comienzan temprano, a las 7:15, con una sesión de meditación. Si no disponen de otra cosa, ya me desconecto por el día de hoy.