El Museo Soumaya… o lo que se puede hacer con las tarifas telefónicas

Advertencia # 1: «Oiga, usted no puede recargarse sobre las mamparas para tomar fotografías»

Uno de los objetivos de nuestro viaje a la Ciudad de México fue visitar el Museo Soumaya, construido por Carlos Slim en 2011, al norte de la Colonia Polanco. En este lugar se aloja parte importante de la colección personal de este personaje, que en algún momento fue el hombre más rico del planeta, según la revista Forbes. Las fotografías que había visto del edificio ya auguraban un encuentro interesante. Yo iba preparado con una discreta cámara Nikon Coolpix (con un zoom 18-x muy bueno), que cabe perfectamente en la palma de la mano, en caso de que estuviera prohibido tomar fotografías (se dan casos). Pero pronto descubrimos que, además de que la entrada es libre (bueno, ya la pre-pagamos con las tarifas del servicio telefónico), se pueden tomar fotos, con la condición de no usar tripié ni flash. Lo usual.

Fachada 2 Soumaya
Fachada del Museo Soumaya, Ciudad de México. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Fachada y Escalinata
Escalinata y parte de la fachada del Museo Soumaya. Ciudad de México.© Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 2: «Está usted pisando dentro de las líneas blancas que están en el suelo»

El edificio es obra del mexicano Fernando Romero, quien contó con la asesoría del arquitecto canadiense Frank Gehry (sí el mismo que tiene edificios que parecen que los golpeó un meteorito), de quien se nota su influencia. Por ejemplo, echar un ojo al Museo Guggenheim de Bilbao… bueno, más o menos. En realidad no es tan impresionante como el del País Vasco que, en verdad, es una maravilla. La fachada del Soumaya esta recubierta por más de 16 000 placas hexagonales de alumnio que no se tocan, semejando un panal. Por dentro, la colección se distribuye en seis pisos de dimensiones variables (el edificio es asimétrico) que se conectan por medio de una rampa perimetral y ascensores. Bajar esa rampa en patineta debe ser divertido, pero no creo que lo permitan.

Rampas
Rampas. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Mural Baño en el Río
Mural «Baño en el Río», de Diego Rivera. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. /2017.
Dama con velo, de Giovanni Battista Morelli. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 3: «Su cámara está demasiado cerca de las obras. Va a disparar las alarmas»

El Museo (por cierto hay dos museos Soumaya: el de aquí en Polanco, y el otro en Plaza Loreto) tiene una colección de 70 000 piezas que incluyen obras de Rodin, Monet, Degas, Renoir, Van Gogh, Murillo y otros artistas europeos. También hay obras de maestros novohispanos, así como pintores como Velasco, Dr. Atl, Rivera, Orozco, Siqueiros, etc. Sí, la colección no es nada despreciable e incluye monedas, relojes, joyería, vajillas, relicarios, devocionarios, objetos decorativos, fotografía mexicana contemporánea, entre otras muchas cosas. Hay una amplia sección dedicada a Venecia, a sus artistas y a las películas que han sido inspiradas por esta ciudad, como «Muerte en Venecia».  Quizá una de las secciones más interesantes es la que se dedica a obras orientales talladas en marfil (aunque a los pobres elefantes no debe hacerles mucha gracia).

Después de la tormenta 02
Después de la tormenta, de Vincent van Gogh. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. /2017.
Detalle de un colmillo de elefante tallado
Detalle de un colmillo de elefante tallado. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Juego de Ajedrez tallado en marfil
Juego de ajedrez tallado en marfil. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
San Pedro
San Pedro en Penitencia (detalle), Giovanni Battista. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 4: «No puede tomar fotografías hacia abajo, por encima de estos muros. Su cámara puede caer al vacío»

No hay nada que le advierta al visitante que hay un cuadro que le va a «hacer ojitos» desde lejos. Se trata de una escena panorámica (66.3 cm x 128.6 cm) que atrae por su oscuridad que contrasta con la línea del horizonte. Un poco en la penumbra se puede ver un pastor con sus ovejas. Parece como si las acabara de reunir como para tomar una selfie. Se trata del óleo Después de la tormenta, de Vincent van Gogh. Lo pintó por encargo en 1884 para un tal Antoon Hermans, quien lo quería para adornar su comedor. Seguramente lo colgó entre el retrato de la abuela y el clásico bodegón de mal gusto. El Museo lo adquirió en una subasta en 1997 en Sotheby’s de Londres. ¿No hubo ese año hubo un incremento de tarifas telefónicas?

Detalle La Piedad
Detalle de La Piedad, de Miguel Ángel. Museo Soumaya. (c) Arturo Guillaumín T. / 2017.
La Piedad
La Piedad, de Miguel Ángel. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
El Beso en bronce
El Beso, de Auguste Rodin. Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 5: «No está permitido tomar panorámicas de las salas de exhibición, sólo de las obras»

Después de tres horas y media de recorrido en el Museo Soumaya, me quedó una clara convicción y una sensación medio escurridiza. La primera se refiere a que cuenta con una colección de objetos de arte realmente extraordinaria y que vale la pena hacer el peregrinaje a esa zona de la Ciudad de México para ver y disfrutar esas obras en vivo. La segunda es un poco difícil de definir. Se trata de la combinación entre una arquitectura que no cuaja (eufemismo de «muy fea») y la disposición de las obras. Si bien no tengo conocimientos de museografía y curaduría (sólo conozco el curado de nanche), me quedó la sensación de que algo no hace «click» en el Museo y que otra organización de los espacios habría sido mejor. Pero dada mi ignorancia sobre este asunto, quizá sea sólo eso: mi ignorancia… o quizá un cierto resentimiento por haber sido amonestado varias veces por los y las guardias de las salas de exhibición.

Venecia
Dos bancas con pantalla. Sala dedicada a Venecia, Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Muerte en Venecia
Una familia viendo una escena de Muerte en Venecia, Museo Soumaya. © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Advertencia # 6:  «Este es un baño, no una sala de exposición. Por favor no tome fotos aquí»

Sí, me amonestaron varias veces en el Museo. Respecto a recargarme en una de las mamparas, jamás sucedió tal cosa. Debe haber sido una ilusión óptica. Me declaro culpable de haber cruzado las líneas marcadas en el piso y de acercarme demasiado a las obras. Eso lo solucioné después con el zoom de la cámara. Eso de tomar fotos hacia el vestíbulo por encima del muro de protección es cierto. Vino a mi mente de inmediato la fórmula de la caída libre de los objetos, donde «h» es la altura, «t» es el tiempo de duración de la caída del objeto (en este caso, mi cámara), y, por supuesto, la aceleración de la gravedad, que se designa con «g» y que es de 9.81 metros/segundo. Le dije al vigilante que tenía razón y que podía causar un serio accidente. A lo que él respondió «Sí, imagínese, más con el peso de su cámara». Y ahí fue cuando nos enfrascamos en una acalorada discusión, pues le dije que ni el peso del objeto ni su forma eran variables relevantes para la fórmula. Finalmente estuvo de acuerdo cuando le recordé el experimento de Galileo en la Torre Inclinada de Pisa. Eso de que no podía tomar fotografía panorámicas de las salas de exhibición fue algo que se sacó de la manga la señora vigilante. Cuándo se ha visto semejante restricción. Quizá sólo quería hacerme plática.

Los baños del Soumaya. Vista panorámica de los mingitorios. © Arturo Guillaumín T. / 2017.
Los baños del Soumaya. ¿Piezas de arte o aromatizadores? © Arturo Guillaumín T. / 2017.

Epílogo

Esta es la reacción, desde Canadá, de Luis Porter a la publicación de esta entrada dedicada al Museo Soumaya:

Estimado visitante del Pasumaya
que se cruza del borde de la raya
– ¡si no cumple las reglas con cuidado
tendrá que regresarse al otro lado! –
Un gusto encontrarte en este blog
y leer tus relatos con esmero
temprano en la mañana y sin esmog
entre Frank Ghery y el tal Equis Romero
No sé bien sobre tus inclinaciones
pero si la de las rampas en funciones
o la de los raros muros del museo
y no sé cual es peor, ni cual mas feo.
Todo puede ocurrir allá en Polanco
donde el capital asienta sus laureles
y cualquier edificio es como un banco
con forma de tamal o de pasteles
¡No importa! en el primer mundo vivimos
y como tal las leyes las cumplimos
mingitorios, abismos, primer plano
todo cabe en el blog de este mi hermano
Acá en Stratford, tan sin embargo
la nieve cae como por encargo
salirse de la casa es arriesgado
a menos que te disfraces de pescado
Y así las cosas, me gustó tu mofa
y ver tus fotos, (incluso la del baño)
y aprovecho la rima de esta estrofa
para desearte un festivo fin de año…
Luis

Panorámica Pinturas
Sala de pinturas, Museo Soumaya.(c) Arturo Guillaumín T. / 2017.

Una respuesta a «El Museo Soumaya… o lo que se puede hacer con las tarifas telefónicas»

  1. Impresionante pero tienes razón, el museo debería llamarse Museo de los Usuarios, de Telmex, Telcel, Dish y clientes de Sears y Sanbors ya que con nuestras tarifas por ese servicio y compras en sus tiendas se ha pagado el gustillo del Sr. Slim.

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