Arianna Dormida

No recuerdo dónde la vi por primera vez . Es probable que haya sido en una revista o en un diario en Internet. Inmediatamente supe que tenía que conocerla en vivo y a todo color. Ver de cerca su cara, su cuerpo, ¡su ombligo!, y los pliegues de su sensual vestimenta. Si pudiera también pasar la mano sobre ella para percibir mejor sus texturas sería mucho mejor. Pero dudo que tuviera oportunidad alguna de hacerlo sin ser detenido de inmediato y presentado a las autoridades (aparte de la vergüenza de aparecer en la prensa mundial… en estos tiempos de acosos y demandas millonarias).

Ya sabía dónde habitaba esta mujer de dos toneladas de peso: en la Galería Uffizi de Florencia, después de un «peregrinaje» de 220 años por diversas partes de Italia. El mismo Miguel Ángel la admiró y ahora la tenía de nuevo cerca (es un decir), en la Sala 35, dedicada a, precisamente, Miguel Ángel y los Florentinos. Arianna Durmiente (Arianna Addormentata) es una copia romana del siglo III antes de Cristo de una obra helénica. ¡Qué copia! Me imagino a la madre del escultor que la copió: «Hijo, ya te dije que tienes que deshacerte de esa fea manía tuya de copiar. Así no vas a llegar a ninguna parte y vas tener que dedicarte a la política». Y vaya que si llegó a alguna parte… al menos la escultura.

Los Puentes desde Uffizi
Los puentes sobre el río Arno, desde la Galería Uffizi, Florencia. (C) Arturo Guillaumín T. / 2016.

Y llegó la hora. Entramos a la Uffizi temprano, pero ya había demasiada gente, cientos de visitantes (¿miles?). Uno quisiera entrar a los museos y las galerías con otras 20 o 25 personas, a lo sumo, para poder sentarse con calma a ver las obras y tomar fotografías a gusto y sin que nadie se atraviese a la hora de apretar el disparador. Cabe decir que en esa Sala 35 se encuentra, ni más ni menos, que el cuadro Tondo Doni de Miguel Ángel: una pintura redonda de 120 centímetros de diámetro, de alrededor de 1505, en la que aparecen la Virgen con el Niño y San José, con un marco que el mismo pintor diseñó. Para mí el famosísimo Tondo Doni estaba en segundo lugar: yo iba a ver a Ariannita (nótese ya cierta confianza con la chica).

«Mi scusi, dov’è la stanza trentacinque?», me hubiera gustado haber preguntado así, con un fluido italiano a alguno de los asistentes de la galería. Pero no, sólo alcancé a balbucear algo incomprensible que me llevó a unos baños que se encontraban al final de un largo corredor. Después de un breve recorrido, al fin nos encontrábamos en el umbral de la Sala 35. Estaba preparado para el complicado encuentro con Arianna: tropiezos, empujones, piquetes de ojo, para abrirme paso y llegar a ella. Pero cuál sería mi sorpresa. Ni mi en mis más fantasiosos sueños lo hubiera imaginado… pero esto es lo que me encontré.

Arianna Dormida (Arianna Addormentata). Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.

¡Arianna sola para mí! Sí, todo mundo estaba admirando el cuadro de Miguel Ángel y ni quien le echara un ojo a la escultura. Así que pudimos recorrerla centímetro a centímetro. Con una oportunidad como esta tuve que contener las ganas de pasar la mano sobre ella, sobre todo por el ombligo. Eso sí, tomé alrededor de 20 fotografías. Pero ninguna de ellas se compara con la emoción de estar frente a esta obra de arte (no importa que sea copia) de hace más de 2 200 años.

Las sandalias y los pliegues de Arianna. Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.
La mano, la nariz, de Arianna. Galería de los Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumin T. / 2016.

Después de una experiencia como esta, sólo queda reponerse con una bisteca alla fiorentina, un vinillo tinto y un helado para no cerrar en falso. Bueno, y apenas ese fue el comienzo en esa ciudad, cuna del Renacimiento y el Humanismo, y centro de la Toscana.

El ombligo de Arianna. Galería Uffizi, Florencia. © Arturo Guillaumín T. / 2016.

3 respuestas a «Arianna Dormida»

  1. Mi querido Arturo o Sir Arthur? excelente y tambien te reclamaría porque el ombligo de tu Arianna no se ve en las primeras fotos, pero ya incluiste en donde se aprecia perfecto y te imagino extasiado en tu contemplación.

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