Rendezvous en París I

Esta es la primera de una serie de entradas bajo el título de “Rendezvous en París”. La palabra “rendezvous” es un término de origen francés que significa encuentro o cita. En ocasiones, muy dramáticas por cierto, esos encuentros o citas sólo pueden darse en la memoria, como sucede en la película “Casablanca”, cuando Rick (Humphrey Bogart) le dice a Ilsa (Ingrid Bergman): “Siempre tendremos París”. Aún cuando no puedan verse más en el futuro, podrán seguir compartiendo el recuerdo de su encuentro en París.

Pero ese no es nuestro caso. Se trata de una serie de encuentros y citas en París con personas y lugares. La lista es interminable: desde Edgar Morin, Claude Monet y Pablo Picasso hasta el Jardin des Plantes, pasando por el Museo D’Orsay, y una misa con coros en Notre Dame. Pero como dice un amigo, lo mejor de París es descubrir lo que no está en las guías, dejar que los propios pasos nos pierdan, y dejar que las bifurcaciones hagan de las suyas. Pero por ahora debo repasar la lista de las cosas que debo llevar: diario de viaje, libros (entre ellos el último de Volpi), guías, juego de adaptadores para enchufes, compu, direcciones…

Borges, el inmortal

Hoy se cumplen 25 años de la muerte de Jorge Luis Borges (1899-1986). Él dijo:

La inmortalidad está en la memoria de los otros y en la obra que dejamos. (…) Sé muchos poemas anglosajones de memoria. Lo único que no sé es el nombre de los poetas. ¿Pero qué importa eso? ¿ Qué importa si yo, al repetir poemas del siglo IX, estoy sintiendo algo que alguien sintió en ese siglo? Él está viviendo en mí en ese momento, yo no soy ese muerto. Cada uno de nosotros es, de algún modo, todos los hombres que han muerto antes. No sólo los de nuestra sangre.

Borges sigue vivo, sin duda.

Paradoja

La vida es paradójica.

La realidad está compuesta por opuestos. Ambos están relacionados de tal manera que afirmar uno es afirmar también su opuesto.

La paradoja de tener es que entre más se tiene, mayor es la insatisfacción de uno.

La paradoja del placer es que el auto-control es precisamente la primera condición del placer. El placer que no tiene restricción se aniquila a sí mismo.

La paradoja de la intimidad es que la distancia es la primera condición de la intimidad. La intimidad en la que no hay distancia se convierte muy pronto en resentimiento o incluso en odio.

La paradoja del placer sexual es que todos los factores que crean el placer sexual y la felicidad sexual se encuentran fuera de la sexualidad.

La paradoja del interés personal es que la única manera de servir al interés propio es servir el interés del otro. Esto equivale a decir que el placer y la felicidad del otro es una condición esencial del placer y la felicidad propios.

La paradoja del ego es que sin el otro, el ego sería inconcebible.

La paradoja del lenguaje es que el silencio es su función más elevada.

Y existe la paradoja de los límites, que consiste en el hecho de que uno llega a ser conciente de sus propios límites sólo transgrediéndolos. No hay manera de que alguien conozca sus límites anticipadamente.

Sobre todo, hay la paradoja de la vida misma, que consiste en el hecho biológico, pero igualmente emocional y espiritual, que es que muriendo la vida es. Una es imposible sin lo otra.

Fuente: The Mahabharata: An Inquiry in the Human Condition, por Chaturvedi Badrinath (2006, Orient Longman). Tomado de Resurgence, julio/agosto de 2010, No. 261, p. 35.

Inteligencia humana

Durante millones de años, desarrollamos un cerebro que nos ha dotado de una inteligencia singular, no digo que sea mejor o peor que la de las otras especies. Distinta. Quizá una inteligencia más revolucionada y curiosa, aunque con enormes deficiencias. Hoy podemos terraformar el planeta Marte y dotarle de atmósfera y vida, mientras acabamos con ambas, atmósfera y vida, en nuestro planeta Tierra. Una inteligencia que ha creado una ciencia y una tecnología impresionantes. Lástima que ninguno de estos conocimientos, haya servido nunca para solucionar alguno de nuestros grandes problemas: hambre, inequidad, pobreza, violencia. Más bien pareciera que obran en dirección contraria. Una inteligencia que le cuesta mucho trabajo comprender que nuestra especie depende de todas las demás especies o que la nuestra no es la especie más evolucionada. Curiosa inteligencia, ¿no?

Un libro colectivo

Escribir un libro uno solo ya tiene sus dificultades. Entre dos, la complicación aumenta más que proporcionalmente. Tres autores, no se diga. Pero, ¿seis? Bueno eso fue lo que emprendimos cinco compañeras y yo. Se trata de un ensayo a doce manos que aborda de manera original la educación. Es un viaje que nos lleva a los orígenes del universo, la evolución de nuestro planeta Tierra y la breve historia humana. Esta mirada nos revela que el llamado problema de la educación es de escala civilizacional, al tiempo que nos muestra la pobreza de las intenciones humanas en un mundo finito, sensible e inteligente.

El libro Una educación emergente para la era planetaria es un esfuerzo integrador y transdisciplinario que abreva lo mismo de la cosmología y la biología que de la teoría del caos y el pensamiento complejo. Su propósito es encontrar pistas de una nueva noción de desarrollo para la especie humana. Los seis autores (¿o debiera decir autoras, dada la mayoría de mujeres?) avanzan algunas ideas sobre aspectos que rompen el orden impuesto por las fronteras disciplinarias: ciencia biosférica, tecnología biomimética, planetarización.

El libro se presenta el viernes 6 de mayo, a las 20:00 hrs., en la Galeria de Arte Contemporáneo de Xalapa (Xalapeños Ilustres # 135, Centro Histórico). Los presentadores son los colegas y amigos académicos de la Universidad Veracruzana José Luis Martínez Suárez (escritor) y Abel Juárez Martínez (historiador). Si no tienen algo mejor que hacer, por allá nos vemos. Andrea, Cristina, Reyna, Elba, Laura y yo los estaremos esperando. Habrá suficientes ejemplares para que adquieran el suyo… también habrá bocadillos (por si lo del libro no les atrae lo suficiente).

Tsunami

Katsushika Hokusai nació en 1760 en Edo, hoy Tokio, y murió en 1849. Fue un destacado artista y grabador que se especializó en la escuela del arte ukiyo-e (“escenas del mundo flotante”). Sus primeros trabajos representan el espectro completo de este arte, incluyendo impresiones de paisajes y actores, pinturas hechas con la mano, y surimono (“cosas impresas”), tales como felicitaciones, comunicados, diseños para libros.

Más tarde se concentró en los temas clásicos de la vida samurai y de China. De su obra destaca su serie de grabados “Treinta y seis Vistas del Monte Fuji”, publicada entre 1826 y 1833. Quizá una de sus obras más conocidas sea Ola rompiendo en Kagana a (algunas veces referida como Tsunami). Se trata de un grabado a color sobre superficie de madera y que realizó para dicha serie.

Ola rompiendo en Kaganawa, conocida como Tsunami, de Katsushika Hokusai.

El Tsunami de Hokusai, de una belleza extraordinaria, muestra complejos detalles que le imparten una dinámica realista. La naturaleza fractal de la ola (que se reproduce a escalas más pequeñas en la cresta) ayuda a crear una imagen amenazadora. Los japoneses han conocido por siglos a estos monstruos que conservan su energía durante su recorrido, hasta que chocan violentamente contra las costas. El 11 de marzo de 2011, una amplia región de Japón fue sacudida por un sismo de 8.9 grados y arrasada por un tsunami que causó más daño que el terremoto mismo.

Mujer en medio de la devastación. Fotografía del diario japonés Asahi Shinbun /Reuters).

De todas las fotografías que he visto sobre el desastre en Japón, es esta la que más atrajo mi atención. No hay mucho que decir. O quizá haya tanto que decir. Imposible resistirse a su fuerza estética (esto es, que compromete al límite nuestros sentidos). No veo a una mujer japonesa. Tampoco a Natori, en el norte de Japón. Veo a nuestra civilización. A todos nosotros. En todas partes. Nuestra vulnerabilidad, como consecuencia de tanto desarrollo, de tanto progreso.

De recuerdos, castillos, lagos y bicicletas

Tuve la oportunidad de vivir 25 meses en Edimburgo, la capital de Escocia, una de las ciudades más bellas del mundo. Ha sido uno de los periodos más felices de mi vida. Así que es inevitable que cuando veo o escucho (o ambas cosas) algo sobre Escocia y, en particluar, sobre Edimburgo, los recuerdos fluyen con singular alegría.

Hace poco me topé con un video de un extraordinario ciclista escocés: Danny MacAskill. En este estupendo documental, que se titula «Way back home» (De regreso a casa»),  podemos ver a MacAskill en un viaje desde Edimburgo a la Isla de Skye, situada en el oeste de Escocia. No se trata de velocidad, sino de un impresionante dominio de la bicicleta sobre los más variados terrenos y superficies que nos podamos imaginar.

Dé un click sobre el video para iniciarlo.

Es un video inspirador, en el que la música contribuye eficazmente a crear un todo muy bien integrado. Estoy seguro que van a disfrutar tanto las habilidades de MacAskill como los paisajes escoceses. En la primera escena podrán ver el impresionante castillo de Edimburgo (que data del siglo VII), esculpido sobre una enorme roca en medio de la ciudad. Ahh…

Datos sobre el video:

Dirigido y Editado por Dave Sowerby. Cámaras: Dave Sowerby y Mark Huskinson. Música: «Wax and Wire», con Loch Lommond y «A little piece», con The Jezabels. Producción: Redbull Media House.

Deshora

Debo, de nuevo, esta contribución a Jorge Brash. Yo le había enviado un video de la jazzista canadiense Diana Krall, con una versión extraordinaria de «A case of you», de Joni Mitchell (se puede encontrar en YouTube). Y él me reviró (para usar una expresión del poker) con el poema «Deshora», del boliviano Eduardo Mitre. Lo reproduzco aquí abajo para que ustedes lo disfruten.

Deshora

Eduardo Mitre (Oruro, Bolivia, 1943)

                                              polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo

La cercanía infranqueable entre sus cuerpos.
Un puente de miradas donde se cruzan
y se separan.
En sus labios:
un vaivén de palabras
o de silencios
-no la lenta fragua del beso.
No el hondo goce
ni la dicha tersa
de las desnudeces enlazadas:
sólo el roce eléctrico
de los muslos que se adivinan.
Sólo el asombro de conocerse
en la esquina
de los tardíos encuentros.
Y el sueño donde quizá se poseen
al lado
de otro cuerpo que duerme.
Y el carbón del deseo
que ha de volverse sin duda
puro diamante
al precio de no haber sido nunca
los dos el mismo leño
la húmeda llama
en el lecho
de esta única vida.

De «Líneas de Otoño», de Eduardo Mitre.

La reinvención de uno mismo y la academia-ficción

Todo mundo sabe, bueno, al menos los mexicanos, que en la Plaza Santo Domingo, de la ciudad de México, existe toda una industria de falsificación de documentos de todo tipo. Allí fabrican desde facturas de hoteles y restaurantes para comprobar que, efectivamente, se gastaron todos los viáticos asignados a la misión defeña, o una acta de defunción del pariente rico, para cobrar el correspondiente seguro de vida. A continuación presento un texto de Luis Porter sobre las enormes posibilidades que se abren en un lugar como este.

Hace tiempo que defiendo el plagio, la copia inspirada, la reinvención de uno mismo,  y la deconstrucción de la identidad que nos impone una academia fracturada en carreras, campos y demás. Creo que la plaza de Santo Domingo es una mina de oro a la que deberíamos recurrir reiteradamente, sobre todo hoy que, entre el Halloween gringo y el Día de Muertos mexicano, se permiten disfraces. De hecho defiendo a los que acuden a Santo Domingo por una nueva acta de nacimiento. Es una gran oportunidad dejar de ser argentino, por ejemplo, y tener un acta donde conste que nacimos en Santa Inés Zacaltenco, Tlaxcala. ¡Qué respiro! Qué forma de rehacernos desde la oxigenación que nace en los valles de Apan, entre magueyales y vestigios prehispánicos.

¿Y por qué no, entonces, dejar de ser simples licenciados para ser algo más y mejor? ¿Por qué no aspirar a ser doctores en antropología, psicoterapeutas lacanianos o alguna de esas múltiples posibilidades tan bien catalogadas en los archivos completos de Santo Domingo? Allí guardan celosamente las firmas de Nabor Carrillo, Barros Sierra, Ignacio Chávez, y muchas más, de hecho todas, incluyendo abogados generales, y demás.

No solamente Santo Domingo demuestra que el Registro Civil mexicano podría funcionar maravillosamente bien, si se asesorara con sus agentes y coyotes, sino que es una instancia que ofrece vías de remedio a cualquier debilidad mental de todo ciudadano, haya o no haya egresado de una escuela o institución educativa. Si el gobierno los apoyara con mayores recursos, México podría llegar a estar en lugares mucho más altos de la escala OCED, o en las certificaciones del Ceneval, los indicadores del Banco Mundial… recibiríamos loas de la Carnegie Foundation, y muchas universidades transnacionales renunciarían a querer copar el mercado mexicano ante los resultados producidos por esta sencilla plaza céntrica que venturosamente se encuentra tan cerquita de la Secretaría de Educación Pública.

De modo, amigos, que no despotriquemos contra la imaginación, destreza técnica y dechado de imaginación del pirata documental que todos llevamos dentro. Santo Domingo nos brinda la oportunidad única de ser otros, de ser mejores, de superarnos sin tener que pasar por las fauces del profesor de metodología, ni los caninos de los que enseñan estadística con un leve sentimiento de ser superiores… ¡no!… Santo Domingo hace realidad nuestros sueños, no importa si vienes de provincia o si eres un elegante catrín chilango. En este sitio, por cierto, no discriminan, solo catalogan, identifican, psicoanalizan en segundos, y te ofrecen el título que te mereces, el que siempre te mereciste. ¡Un voto por ellos!

Luis Porter

He tomado este texto de Luis sin consultárselo. Al fin que desde hace tiempo viene defendiendo el plagio y la copia inspirada. Además le doy su debido crédito. ¿O no?

Mi primera incursión en fotografía HDR

Después de sacar la Nikon D7000 de su envoltura navideña y desempacarla, coloqué su lente de 18-105 mm, es decir un zoom que corre desde un gran angular regular hasta un telefoto medio. Encenderla y ver esa impresionante pantalla llena de información sobre no sé cuántas cosas es un poco atemorizante. Y ahí está ese pequeño botón «Bkt» (bracket) que permite, entre otras cosas, sacar un misma toma con exposiciones distintas: normal, sub-expuestas y sobre-expuestas.

HDR, primera prueba

¿Para qué sirve? Todos sabemos que las escenas que encontramos en el mundo real despliegan un enorme rango de luz, desde sombras muy oscuras, hasta áreas muy iluminadas. El problema es que las cámaras toman un promedio de esos claroscuros y con él determinan la exposición de toda la foto. Por eso obtenemos nubes y cielos deslavados y zonas sombreadas donde no se pueden apreciar los detalles. Contar con distintas versiones de la misma toma, con diferentes exposiciones, permite procesarlas con un programa especial (en este caso Photomatix) para obtener el mayor rango posible de luz. ¿Cómo lo hace dicho programa? Ni la menor idea, pero pronto les informo, pues apenas me ha llegado un par de libros soble el tema.

HDR, segunda prueba

Con esta técnica uno puede manipular unas serie de variables para escoger entre versiones «naturales», que se asemejan a lo que nuestros ojos ven, o versiones que agregan un mayor dramatismo a los colores y los contrastes, para obtener fotografías hiper-realistas. He incluido en esta entrada las dos primeras pruebas de fotografía de alto rango dinámico: una, de un rincón de la casa (incluye un gato), y la otra, del jardín (mafafa e higuerilla). Los invito a dar «click» sobre las imágenes para apreciar los detalles. No está mal para empezar.

Nota: HDR = high dynamic range = imágenes de alto rango dinámico.