La realidad está compuesta por opuestos. Ambos están relacionados de tal manera que afirmar uno es afirmar también su opuesto.
La paradoja de tener es que entre más se tiene, mayor es la insatisfacción de uno.
La paradoja del placer es que el auto-control es precisamente la primera condición del placer. El placer que no tiene restricción se aniquila a sí mismo.
La paradoja de la intimidad es que la distancia es la primera condición de la intimidad. La intimidad en la que no hay distancia se convierte muy pronto en resentimiento o incluso en odio.
La paradoja del placer sexual es que todos los factores que crean el placer sexual y la felicidad sexual se encuentran fuera de la sexualidad.
La paradoja del interés personal es que la única manera de servir al interés propio es servir el interés del otro. Esto equivale a decir que el placer y la felicidad del otro es una condición esencial del placer y la felicidad propios.
La paradoja del ego es que sin el otro, el ego sería inconcebible.
La paradoja del lenguaje es que el silencio es su función más elevada.
Y existe la paradoja de los límites, que consiste en el hecho de que uno llega a ser conciente de sus propios límites sólo transgrediéndolos. No hay manera de que alguien conozca sus límites anticipadamente.
Sobre todo, hay la paradoja de la vida misma, que consiste en el hecho biológico, pero igualmente emocional y espiritual, que es que muriendo la vida es. Una es imposible sin lo otra.
Fuente: The Mahabharata: An Inquiry in the Human Condition, por Chaturvedi Badrinath (2006, Orient Longman). Tomado de Resurgence, julio/agosto de 2010, No. 261, p. 35.