Hay quienes se desviven por ser «productivos». Hacen muchas cosas a la vez, pero al final del día no se comprometen con ninguna. Mantienen al punto sus Bookfaces, Tweeters y LinkedIns. Mensajean sin cesar. Consultan sus cuentas de correo electrónico por Blackberry. Creen estar en todas partes, pero no están en ninguna. Multitaskean, válgase el verbo, pero no acaban nada. Viven actualizando sus fútiles curriculum vitaes. ¿De qué los llenan?
¿De dónde vendrá tanto vacío? ¿Que pasaría si esas personas se detuvieran por tan solo diez minutos? ¿Estallarían? Es como si «estar conectados» fuera la única evidencia de que tienen vida. Mientras, allá afuera corre la vida cara a cara, cuerpo a cuerpo. Lo que está fuera del programa no atrae, así sea la del misterio y lo desconocido, sino sólo aquello que se puede convertir en objetivos, actividades y metas.
Me resisto a ser productivo, concepto clave del ámbito de los negocios, de la administración y de la academia (mundos que cada vez se asemejan más). Como quería leer y escribir sin rumbo aparente, abandonado a las derivas y a las sorpresas, decidí producir tiempo. Apagué el celular. No consulté mi correo electrónico. No encendí la computadora. Me dediqué a leer y escribir a mano. Mi mesa de trabajo se llenó de libros, notas y garabatos. Escribí y escribí. Y cuando sentí que era hora de parar un rato, eran sólo las once de la mañana. Ahora tengo mucho tiempo para no hacer nada.
Querido Arturo:
Me encantó, y siento que estás totalmente en lo cierto, esa enajenación existente por la tecnología «moderna» de los medios sociales es impresionante.
El precioso tiempo que muchas personas y en especial jovenes invierten frente al monitor, pienso que a veces es hasta enfermizo, pero en fin cada quién sus gustos y el valor que le dan al «tiempo».
Pero dices que a partir de las 11:00 ya no tenías nada por hacer (que rico), sin embargo se marca la hora de publicación a la «4:19 p.m.» como está eso?
Querida Ana:
Sí, es lamentable que gran parte de las relaciones humanas se esté virtualizando. Sigo creyendo que la conversación alrededor de un café es algo insustituible. Respecto a mi ejercicio de «desconexión», no tiene que ver con la publicación de esta entrada del blog (no podría serlo, puesto que requiero de la computadora para hacerlo). Lo de la hora es un misterio… en parte. La cuestión es que por algún motivo la hora «local» del blog (wordpress) está seis horas adelante de la mía. Un abrazo y gracias por tu visita.