Regresar a casa I (preparándome para la aventura)

Xalapa, Veracruz, México: domingo 13 de junio de 2010

Hoy comienzo en este blog una serie de entradas que he denominado Regresar a casa. Durante dos semanas, a partir del lunes 21 de junio, estaré en el corazón de la campiña inglesa, en Devon, participando en el curso Gaia and the evolution of consciousness (Gaia y la evolución de la conciencia). En esos 15 días tendré la oportunidad de explorar más a fondo la teoría Gaia, propuesta por el científico e inventor inglés James Lovelock (con la valiosa ayuda de Lynn Margulis, una de las biólogas más brillantes de la actualidad). Dicha teoría propone que nuestro planeta constituye un organismo complejo con capacidades de autorregulación. A lo largo de miles de millones de años de evolución terrestre, los organismos vivientes pertenecientes a todas las especies (de los cinco reinos: vegetales, protoctistas, animales, bacterias y hongos) han hecho posible la emergencia de esa capacidad.

Tengo muchas expectativas de mi corta estancia en el Schumacher College (en honor a Fritz Schumacher, autor de ese maravilloso libro lleno de filosofía budista Lo pequeño es hermoso. El estudio de la economía como si la gente importara). Estoy seguro de que me proporcionará un ambiente envidiable: contacto permanente con la naturaleza; un relativo aislamiento de la “civilización”, lo que me permitirá tomar contacto conmigo mismo; y una intensa interacción con una comunidad realmente interesada en incrementar la habitabilidad de nuestro planeta y construir otra noción de desarrollo.

Pero, ¿por qué llamar esta serie de entradas “Regresar a casa”? Esto tiene relación con la idea de Edgar Morin (y otros pensadores) de que los humanos debemos reconocer que tenemos una sola casa, un lugar de origen y destino: nuestro planeta, o Tierra-Patria, como Morin le llama. Dependemos de su integridad y, al mismo tiempo, la integridad del planeta depende de nosotros. Las innumerables culturas que habitamos la Tierra, a lo largo de milenios, hemos olvidado nuestro origen común, que se remonta a unos tres millones de años. También hemos olvidado que hace 200 mil años salimos de África (la gran diáspora humana) para habitar toda la Tierra. Nos separamos y nos fuimos distinguiendo unas de otras. Y hoy no nos reconocemos. Nos combatimos y nos vemos como extrañas. Por ello, es necesario regresar a casa. Reconocer que formamos una unidad, por más diversa que se haya constituido.

Bueno, todavía faltan seis días para emprender el viaje a Devon. También tendré tiempo de pasar unos días en Londres. Quiero conocer la Galería Tate Modern, construida en lo que hace uno años era una planta de electricidad, a la orilla del río Támesis. Perderme en el Soho, lleno de jazz, vida nocturna y, por supuesto, con una enorme variedad de comida. Claro, subirme al London Eye, esa enorme rueda de la fortuna que se eleva por arriba de los 135 metros. La Torre de Londres, Covent Garden, los Jardínes Kew, Hyde Park… Abby Road (para recordar viejos tiempos de beatlemanía)… tantas cosas en tan poco tiempo.

Por ahora tengo que comenzar a empacar. Esa difícil tarea de decidir qué llevar y qué dejar. No olvido que los enchufes eléctricos son diferentes a los de aquí y que tengo que cargar mi juego de adaptadores – asunto importante si quiero utilizar mi laptop y recargar la batería de mi cámara fotográfica. No debo olvidar los dos o tres papeles necesarios para convencer al oficial de la aduana británica de que no soy una amenaza para la seguridad nacional, y para hacerle ver que voy a mi curso sobre Gaia y que… ¡quiero regresar a casa!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: