Veo que mi entrada más reciente es del 5 de febrero. Es decir, han pasado 5 meses y 4 días sin que haya escrito nada nuevo en este blog. Sin embargo, debo decir que las fotografías que aparecen en esta entrada han estado listas para publicarse desde hace más de seis meses. El problema consistía en que no sabía qué texto debía acompañarlas. Una primera idea fue la de simplemente dejar que las fotografías hablaran por sí solas. Después de varios días con sus noches, bajo una observación muy rigurosa y científica, descubrí que las fotografías no hablan, a pesar de la extendida creencia de que sí lo hacen.
Mujer bailando en el Tate Modern, Londres. © Arturo Guillaumín T. / 2014.

El problema parecía ser la escritura misma. Después de meditarlo un rato, me di cuenta que lo que yo sufría era lo que en inglés se denomina writer’s block, es decir “bloqueo del escritor”. Pero después de extender mi meditación por unos cinco segundos adicionales, caí en la cuenta de que yo no soy escritor y que, por tanto, no podía sufrir de esa interesante aflicción. Así que inmediatamente se me ocurrió consultar el terminajo en Wikipedia. Allí encuentro que el susodicho bloqueo también se da en “otros autores creativos” cuando están faltos de ideas que les permita avanzar sus obras. Decido acogerme a la Quinta Enmienda de la Constitución de Maui y considerarme dentro de esos “otros” autores creativos.
Notre Dame en la tarde-noche, La Cité. © Arturo Guillaumin T. / 2016.


En resumen, me ha costado mucho trabajo decidir qué texto podía acompañar la serie de fotografías que presento en esta entrada. La primera opción que se me ocurrió, como ya se dijo, fue desechada. Tampoco sabía si describir técnicamente el método que seguí para lograr estos efectos van goghianos… O mejor contar acerca de las condiciones ambientales en las que tomé cada una de ellas: temperatura, presión atmosférica, humedad, emisiones de CO2, etc. Una cuarta opción me resultó más atractiva: tejer una mini-historia alrededor de cada foto. Pero eso podría resultar excesivo y llevaría demasiado espacio. Por supuesto, también sopesé la opción de escribir una sola narrativa que ligara las nueve fotografías en un solo tiro: la misteriosa mujer que baila en una de las inmensas salas del Tate Modern huye por la puerta trasera (no sabemos de qué) que la lleva a un embarcadero donde secuestra la tripulación de una embarcación, a la que obliga a llevarla hasta La Cité, en el río Sena, donde conoce a un extraño obispo que… Mentalmente todo encajaba a la perfección, de no ser por el perro que deambulaba felizmente por una placita de Guanajuato.




Bueno, finalmente decidí no escribir nada y dejar que ocurriera el milagro: que en verdad las fotografías hablaran por sí solas.
Hola, observo con admiración la intrincada situación que el arte y sus subterfugios logran en imágenes que de por si son impresionantes, pero aun mas cuando son manipuladas ferviente y coloridamente por un ser sensible, sea músico, arquitecto, artista, pintor o simplemente panadero. Me alegra como siempre recibir estos esporádicos blogs, que me mantienen en la juventud eterna, a la que aspiramos todos los setentitantis. Gracias por compartir, como se suele decir en esta época en la que sustituimos la literatura por la literatwitter.
un abrazo colegas lectores, y uno especial al autor. de Luis Porter
ARTURO: Como siempre me encanta lo que haces y en esta ocasión la admirable composición que haces y además de la franca sonrisa que me ocasionaron tus anotaciones tan atinadas. Un abrazo.