De puentes, candados y meseros

Posiblemente los mismos parisinos no sepan cuándo comenzó todo. Al comienzo, la aparición de los candados fue casi imperceptible. Pronto, se dejaron sentir como una declaración multitudinaria al mundo. En una de las ciudades más bellas del planeta, un número creciente de visitantes dejaban pequeños candados unidos a los barandales de los puentes más simbólicos de la ciudad.

Lo que en un principio era un acto discreto y un tanto subversivo, después se volvió un ritual que se realizaba a plena luz del día. Las parejas se retrataban frente a sus candados o grabando el momento cuando tiraban las llaves al río Sena. Son dos los puentes donde se ha concentrado esta actividad: Pont de l’Archevêché (Puente del Arzobispo) y Pont des Arts (Puente de las Artes), ambos cerca de La Cité (exacto, la isla donde comenzó todo).

El Pont des Arts, donde Oliveira frecuentemente se encontraba con La Maga (Lucía), en la célebre nóvela de Julio Cortázar: Rayuela. Allí nos confía: «Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra».

En una ocasión, las autoridades municipales, ante lo que para ellas era una actividad vandálica en contra de la integridad arquitectonica del paisaje parisino, cortó los alambres de los barandales para quitar todos los candados. En unas cuantas semanas aparecieron candados de todos los tamaños, formas y colores posibles, multiplicados en forma inusitada. No se volvió a insistir en la medida.

Este curioso ritual expresa la fantasía o deseo del amor eterno, de tener a la otra persona al lado para siempre. Y ciertamente esta práctica ha prendido en otras ciudades como expresión de pasión: Seúl, Budapest, Roma y Tokio. Pero el símbolo del candado como el ideal del amor ha sido cuestionado. Como declaró un mesero de un restaurant cercano, cuando fue cuestionado acerca de esta práctica: «El amor verdadero consiste en querer la libertad del otro, y esto incluye la libertad de dejarnos. El amor no tiene que ver con posesión o propiedad». Sea lo que sea, nosotros vamos a dejar nuestro candado el verano próximo. Estos meseros.

Dreamscapes

El fotógrafo André Gallant, en su libro Dreamscapes. Exploring photo montages (André Gallant Books, 2004), expone cuatro formas para producir lo que él denomina paisajes oníricos: técnica compuesta, técnica especular, técnica surrealista y técnica cruzada. Así que comencé por la primera, que consiste en combinar dos imágenes que no tienen relación alguna entre ellas, por ejemplo una con textura y otra con paisaje.

Margaritas.

Tenía dos caminos a elegir. Una, en la que se toman dos fotos distintas y se combinan mediante un programa de edición en la computadora. Otra, que consiste en sacar ambas fotografías mediante una doble exposición en la cámara y editar el resultado como una sola imagen. Elegí esta segunda vía. En ambas utilicé como objetos plantas que estaban a la mano en el jardín. Los resultados están a la vista con estas dos fotografías de doble exposición.

Palmas

Recomiendo dar click sobre la imagen para ver los detalles mediante la herramienta de lupa (+). En una próxima entrada expondré los resultados de la técnica surrealista que, a juzgar por el portafolio de Gallant, produce resultados verdaderamente espectaculares. La cámara utilizada fue una Nikon D7000, con un lente zoom de 18-105 mm. Para la edición utilicé Lightroom 3 y Color Efex Pro 4.

¿La cantante calva?

Para quienes somos fanáticos de Cecilia Bartoli (Roma, 1966), la portada de su nuevo album, Mission, ha sido motivo de una experiencia traumática (yo apenas me estoy reponiendo). Sobre todo cuando uno está acostumbrado a regocijarse no sólo con las dotes musicales de esta extraordinaria mezzosoprano, sino también con sus otras dotes: pizpiretos ojos oscuros, cuerpo generoso -como debe ser el de las cantantes italianas-, y abundante y salvaje cabellera.

La Bartoli con piano

La Bartoli, hija de cantantes profesionales, se ha especializado en la interpretación de obras de compositores tan conocidos como Mozart, Rossini y Puccini, pero también de otros menos conocidos o injustamente olvidados. Para ello dedica una buena parte de su tiempo a andar hurgando, desenpolvando y leyendo/descifrando documentos, libros y partituras en bibliotecas, archivos y oscuras iglesias. Es decir, es una investigadora entusiasta y consumada.

Su último trabajo está dedicado a la interpretación de obras de uno de esos compositores olvidados: Agostino Steffani (1654-1728). Steffani es un personaje «curiosísimo», según nos cuenta la Bartoli, del que se sabe muy poco aunque todo es «jugoso»: había sido cantor, probablemente un castrato, y después compositor operístico de mucho éxito en Alemania, diplomático para la Santa Sede, obispo titular, nuncio apostólico en la Corte protestante del Norte, y urdidor de matrimonios reales, involucrado, quizá, en… espionaje y asesinato…

Cecilia frente al espejo.

En su investigación encontró copias de sus óperas en la Ancient Academy of Music de Londres y en la Biblioteca Nacional de Viena y descubrió algo realmente sorprendente: que estaba frente a un «pre Haendel» o a un «pre Bach». Esto la llenó de la energía suficiente para recuperar una música que ella describe como «espiritual sin ser necesariamente sacra», así como «dulce, virtuosa, cósmica, trascendental y de una gravedad inexplicable». Ya metida en el chisme de hurgar vidas ajenas, leyó sus cartas y le pareció que era una buena idea ahondar en una vida paradójica y de grandes contrastes.

El resultado de todo esto, además del nuevo CD de Cecilia Bartoli, es una novela de misterio de su amiga la escritora norteamericana Donna Leon, basada en la vida de Steffani, Las Joyas del Paraíso, la cual, seguramente, pronto será una pelicula de enorme éxito. Como no quise dejarlos en suspenso respecto a la portada de Mission, aquí abajo la he insertado. ¿No es para impresionarse? Sea como sea, recomiendo la compra de este CD, que viene profusamente ilustrado y con mucho material que leer sobre este trabajo artístico y musicológico de la Bartoli.

Portada de Mission.