Un eBook muy interesante (por decir lo menos)

En el 2010, cinco compañeras y yo publicamos un libro: Una educación emergente para la era planetaria. Se trata de un texto escrito a doce manos (¿o debieran ser seis?) en el que abordamos una manera distinta de contextualizar la educación. Se trata de un viaje que nos lleva al origen del universo, la evolución de nuestro planeta y la breve historia humana. Esta mirada nos revela que el llamado problema de la educación es de escala civilizacional, al tiempo que nos muestra la pobreza de las intenciones humanas en un mundo finito, sensible e inteligente.

Nuestro libro colectivo.

El libro constituye un esfuerzo integrador y transdisciplinario que abreva lo mismo de la biología y la cosmología que de la teoría del caos y el pensamiento complejo. Su propósito es encontrar pistas de una nueva noción de desarrollo para la especie humana. Se avanzan ideas sobre aspectos que rompen el orden impuesto por las fronteras disciplinarias: ciencia biosférica, tecnología biomimética, educación coevolutiva, planetarización…

Después de haberlo publicado en versión impresa, ahora ha sido editado y puesto a la venta en forma de eBook. Les recomiendo que lo consigan y lo lean (qué más puedo decir). Les aseguro que este libro les abrirá una nueva visión de lo que somos y de lo que puede ser una nueva educación. Una de las ligas para adquirir esta versión es la siguiente:

www.todoebook.com/UNA-EDUCACION-EMERGENTE-PARA-LA-ERA-PLANETARIA—ARANA-EDITORES-LibroEbook-9786079091033.html

Un libro colectivo

Escribir un libro uno solo ya tiene sus dificultades. Entre dos, la complicación aumenta más que proporcionalmente. Tres autores, no se diga. Pero, ¿seis? Bueno eso fue lo que emprendimos cinco compañeras y yo. Se trata de un ensayo a doce manos que aborda de manera original la educación. Es un viaje que nos lleva a los orígenes del universo, la evolución de nuestro planeta Tierra y la breve historia humana. Esta mirada nos revela que el llamado problema de la educación es de escala civilizacional, al tiempo que nos muestra la pobreza de las intenciones humanas en un mundo finito, sensible e inteligente.

El libro Una educación emergente para la era planetaria es un esfuerzo integrador y transdisciplinario que abreva lo mismo de la cosmología y la biología que de la teoría del caos y el pensamiento complejo. Su propósito es encontrar pistas de una nueva noción de desarrollo para la especie humana. Los seis autores (¿o debiera decir autoras, dada la mayoría de mujeres?) avanzan algunas ideas sobre aspectos que rompen el orden impuesto por las fronteras disciplinarias: ciencia biosférica, tecnología biomimética, planetarización.

El libro se presenta el viernes 6 de mayo, a las 20:00 hrs., en la Galeria de Arte Contemporáneo de Xalapa (Xalapeños Ilustres # 135, Centro Histórico). Los presentadores son los colegas y amigos académicos de la Universidad Veracruzana José Luis Martínez Suárez (escritor) y Abel Juárez Martínez (historiador). Si no tienen algo mejor que hacer, por allá nos vemos. Andrea, Cristina, Reyna, Elba, Laura y yo los estaremos esperando. Habrá suficientes ejemplares para que adquieran el suyo… también habrá bocadillos (por si lo del libro no les atrae lo suficiente).

La reinvención de uno mismo y la academia-ficción

Todo mundo sabe, bueno, al menos los mexicanos, que en la Plaza Santo Domingo, de la ciudad de México, existe toda una industria de falsificación de documentos de todo tipo. Allí fabrican desde facturas de hoteles y restaurantes para comprobar que, efectivamente, se gastaron todos los viáticos asignados a la misión defeña, o una acta de defunción del pariente rico, para cobrar el correspondiente seguro de vida. A continuación presento un texto de Luis Porter sobre las enormes posibilidades que se abren en un lugar como este.

Hace tiempo que defiendo el plagio, la copia inspirada, la reinvención de uno mismo,  y la deconstrucción de la identidad que nos impone una academia fracturada en carreras, campos y demás. Creo que la plaza de Santo Domingo es una mina de oro a la que deberíamos recurrir reiteradamente, sobre todo hoy que, entre el Halloween gringo y el Día de Muertos mexicano, se permiten disfraces. De hecho defiendo a los que acuden a Santo Domingo por una nueva acta de nacimiento. Es una gran oportunidad dejar de ser argentino, por ejemplo, y tener un acta donde conste que nacimos en Santa Inés Zacaltenco, Tlaxcala. ¡Qué respiro! Qué forma de rehacernos desde la oxigenación que nace en los valles de Apan, entre magueyales y vestigios prehispánicos.

¿Y por qué no, entonces, dejar de ser simples licenciados para ser algo más y mejor? ¿Por qué no aspirar a ser doctores en antropología, psicoterapeutas lacanianos o alguna de esas múltiples posibilidades tan bien catalogadas en los archivos completos de Santo Domingo? Allí guardan celosamente las firmas de Nabor Carrillo, Barros Sierra, Ignacio Chávez, y muchas más, de hecho todas, incluyendo abogados generales, y demás.

No solamente Santo Domingo demuestra que el Registro Civil mexicano podría funcionar maravillosamente bien, si se asesorara con sus agentes y coyotes, sino que es una instancia que ofrece vías de remedio a cualquier debilidad mental de todo ciudadano, haya o no haya egresado de una escuela o institución educativa. Si el gobierno los apoyara con mayores recursos, México podría llegar a estar en lugares mucho más altos de la escala OCED, o en las certificaciones del Ceneval, los indicadores del Banco Mundial… recibiríamos loas de la Carnegie Foundation, y muchas universidades transnacionales renunciarían a querer copar el mercado mexicano ante los resultados producidos por esta sencilla plaza céntrica que venturosamente se encuentra tan cerquita de la Secretaría de Educación Pública.

De modo, amigos, que no despotriquemos contra la imaginación, destreza técnica y dechado de imaginación del pirata documental que todos llevamos dentro. Santo Domingo nos brinda la oportunidad única de ser otros, de ser mejores, de superarnos sin tener que pasar por las fauces del profesor de metodología, ni los caninos de los que enseñan estadística con un leve sentimiento de ser superiores… ¡no!… Santo Domingo hace realidad nuestros sueños, no importa si vienes de provincia o si eres un elegante catrín chilango. En este sitio, por cierto, no discriminan, solo catalogan, identifican, psicoanalizan en segundos, y te ofrecen el título que te mereces, el que siempre te mereciste. ¡Un voto por ellos!

Luis Porter

He tomado este texto de Luis sin consultárselo. Al fin que desde hace tiempo viene defendiendo el plagio y la copia inspirada. Además le doy su debido crédito. ¿O no?

«Tiene 3 minutos»

Ay, los rituales académicos. Hace unos días me apunté a un foro sobre educación, transdisciplina y desarrollo local y regional. Sonaba bien. Envié mi ponencia a tiempo. Me hiceron saber reiteradamente que dispondría de 15 minutos para hacer mi presentación. Un poco apretado el tiempo para poder expresar algo de manera coherente y clara, sobre todo sobre un tema lleno de malabarismos teóricos y conceptuales: educación coevolutiva.

Desde hace un poco más de un año he venido realizando una investigación sobre ese tema. Todo indica que soy el primero en hacerlo (sí, hice una búsqueda con Google).  No es la primera vez que expongo sobre esta propuesta educativa. Cuando lo hago, suelo tomarme al menos una hora (me he tomado hasta cinco).  Así que hacer una exposición de 15 minutos cuando se va a hablar sobre cosas tan extrañas como autopoiesis, teoría Gaia, trama biocognitiva y entropía, es todo un desafío.

El evento ya llevaba una hora y media de retraso respecto al programa (la conferencia inaugural se había tomado más del doble del tiempo anunciado). Llegado mi turno, nadie me lo advirtió. Comencé a soltar mi rollo y, habiendo pasado 7 (miserables) minutos me pasan una tarjetita que dice «Tiene 3 minutos». Así que tuve que utilizar el conocido recurso de leer un párrafo sí y un párrafo no.  Adiós coherencia. Adiós claridad. Adiós Premio Nobel.

Pero es lo que suele suceder en estos rituales académicos. Lo que importa es cumplir con el programa. No importa cómo. Por eso no avanzamos en los temas que son importantes. ¿Dónde están las posibilidades de diálogo, de debate, de intercambio de saberes? Esto lo he platicado mucho con Luis Porter (experto saboteador de formalidades). Nosotros proponemos encuentros «unplugged». Donde no haya cronómetros, power points, micrófonos, discursos ni lecturas de largos curriculums vitaes (nótese mi habilidad para manejar el plural en latín). Sino donde prevalezca la lentitud y atención que requiere cualquier tema que merezca el adjetivo de «académico».

Pero no todos los eventos son así. Ahora mismo estoy en el aeropuerto de El Lencero esperando mi avión que me llevará al DF. De ahí me traslado en autobús a Toluca. Me han invitado a participar en un encuentro internacional sobre gastronomía y turismo (sí, leyeron bien). La institución convocante es la Universidad Autónoma del Estado de México. Participo en un panel donde se va a debatir sobre complejidad, transdisciplina y universidad. Contamos con hora y media para explorar este interesante tema. Eso es lo que dice el programa. Promete. Ya reportaré qué pasó. No le abran a nadie.

Carta póstuma

En agosto de 2008, falleció mi amigo Alfredo Gutiérrez. Él sabía desde tiempo atrás que tal desenlace sobrevendría más temprano que tarde. Extraordinario humanista, investigador y docente, de esos que tanto necesitamos hoy, cuando vemos a la educacion en caída libre. Edgar Morin, su amigo, una vez escribió de él: «Es maravilloso que existan sobre la Tierra personas de la calidad humana de Alfredo. Eso me da optimismo y esperanza».

Alfredo escribió una carta de despedida y pidió a su esposa que, cuando falleciera, la enviara por email a todos sus amigos. Es un texto, por decir lo menos, maravilloso. Es su última clase magistral. Durante mucho tiempo que quería publicarla en este blog. Hoy apenas me animé a hacerlo, pues creo que todo mundo debiera leerla. Si bien la escribió pensando en sus amigos, familia y ex-alumnos, es una carta para todos, hoy que estamos tan necesitados de sabiduría en medio de una profunda crisis material y espiritual.

Más allá desde acá… ¡Adiós!

-para cuando me toque hacerle lugar a la vida nueva-

(Favor de enviar este mensaje a mis listas de destinatarios)

De seguro que éste es el día “0”, y ya no hay modo de intercambiar miradas, ni abrazarnos. Desde esta ausencia inaugural, que me lleva a nacer  como recién muertito, les dedico este viaje vertiginoso a las fuentes de la energía, de donde llegamos sin saberlo. Que conste que fui un privilegiado absoluto; eso se lo debo al mundo. Me voy en medio de mis propias fanfarrias y con el alma batiente de alegrías. ¿Qué más puedo pedir? Todo fue más que suficiente, modestia incluida y no sé por qué.

Pues, como se decía antes: No hay palabras para agradecer a ustedes el haberme encontrado entre la utilería del vasto universo o el dejarse encontrar por éste su agradecido descubridor. Lo he repetido hasta convertirlo en costumbre. Sin saber o a sabiendas, una fila inagotable de humanos muy cercanos y lejanos me han prestado algo muy importante de sus vidas; me debo en buena parte a su existir. Soy el que somos. De esta complicidad no se salvan.

Ha sido un gran viaje y una gran estancia biológica y estética, a tal punto que pronto seré, ya encarrerado,  sólo parte de esta casa planetaria y del cosmos, que no es poca cosa, donde el pasaporte es convertirse en polvo o fuego, quizá porque hay ya una sobrepoblación de extintos y difuntas.

Gracias por haber estado allí, precisamente en el lugar y el tiempo por el que atiné a pasar. Esta cosa de existir ha sido una satisfacción abundante y sorpresiva, llena de contradicciones, absurdos y placeres inexplicables. Me voy peor que como llegué en cuestión de conocimientos. Pero me voy con otro tipo de satisfacciones y esperanzas, que van un poco más allá del conocer sólo. He sido consentido y apapachado a más no poder. En esto consiste lo mejor que viví, para eso es que vine ¡faltaba más! Pero no olvidé consentir y apapachar a quienes pude y tuve a mi alcance. Todo lo demás es sólo lo demás. Gracias por existir conmigo y contigo.

Aquí venimos a encontrarnos con otros que igualmente no sabían por qué o para qué fueron lanzados a este relajo y nos sorprendimos en el camino. Es más, no importa no tener respuesta para estas preguntas. Con asombrarnos a tiempo ha bastado.

No hay que preguntarnos por el autor; si lo hay, debe ser culpable e inocente a la vez si ha sido capaz de habernos creado en la ambigüedad y la incertidumbre, siempre incompletos e imperfectos. Llamamos dolor y alegría a esos extremos tan difíciles de alcanzar, como momentos ideales o ilusiones que nos sostienen en medio del vacío. Somos huérfanos que nos hemos fabricado padres y madres y que seguiremos poblando los cielos de acompañantes poderosos, bárbaros y piadosos, mientras ruede esta bola azul que nos empeñamos en pintar de gris.

Hoy tengo que decirles adiós, sin mayor drama. Mañana no me levantaré a cumplir mis deberes, ni requeriré del disfraz y la actitud que ya no me salen. Salgo de la escena porque hay colas de gente que debe aparecer en esta foto. Son la vida. La vida de niños y jóvenes que no dejan que muera nuestra especie. Uno se muere para dar paso a más vida, para que la vida permanezca y se desarrolle.  La muerte es vida, la vida es muerte. Hay una unidad que nos cuesta comprender.

De seguro he molestado a muchos y a no pocos les he servido  de algo en este valle de soledades. He cumplido con mi hechura de bien y de mal que siempre es nuestra única hechura vista por ambos lados. Esos son nombres y calificativos que forjamos para hacer y juzgar el orden social, que siempre es más complicado que esas dos simplezas que queremos aludir.

Si quisiera dejar recados diría que no hay que ser excesivamente formales, educados y protocolarios. Eso no sirve al final, donde una carcajada universal pugna por hacer estallar las convenciones que nos sujetaron durante tan magnífica oportunidad de ser. Somos invención que se inventa para sentirse con alguien y que inventa a los demás para tener con quien reír y llorar.

La vida es posibilidad, como la idea de Dios, será todo lo que sea posible ser, aunque nadie sepa la medida de semejante movimiento. Por eso se alumbra a sí misma, se multiplica y se sueña, para llegar siempre a donde nadie hubiera llegado. Pero no olviden que vivir es morir, que nadie es culpable de nuestras limitaciones y que esperamos todos, en alguna dimensión, descubrir para qué fue que  tomamos estos caminos de la existencia, luego de ser nacidos sin consulta previa.

Con mi último amor y el mejor amor del mundo que nos tiene y nos contiene, han de dispensar pero tengo que emprender la retirada, cantando. Mi equipaje es único. Para este viaje sólo requiero de haberlos conocido, es lo que me llevo  de este encuentro en esta tierra tan bien hecha para provocarnos la presencia y la ausencia. ¡Perfecta! Los dejo en la ignorancia más absoluta, magnífico saber que desconoce su nombre verdadero. Les encargo a los y las que se quedan, que cada vez van siendo menos, especialmente a dos mujeres y un hombre –siempre en minoría- : La Yuya, mi hermana Carmela (y su descendencia mayor y menuda), y un ahijado entre muchos que ya se bastan a sí mismos, Diego. No se abandonen, que no hay más que correspondernos y ser juntos todo lo que se pueda. A todos mis hijos e hijas les dejo mis problemas, mis dudas, mis más intrigantes desconoceres, que eso sí es mucho. Les dejo lo más que tengo. Le dejo a cada uno un amigo y a cada amiga una amiga. Les dejo una compañía que pueden aún aprovechar; yo no tuve a cualquiera en la amistad, me tocaron puros difíciles, terribles, amorosos y necesitados, hechos a mi medida.

Mientras haya vida habrá ilusión, alma de la carne del planeta. Yo me regreso “por entre la nopalera” a ser tierra nueva; seré desierto y sol, agua y planta y animal, marciano o partícula de otra dimensión. ¡Cuánta cosa hemos inventado y sólo Dios…!

Ah, en esta hora no puedo dejar de ser elemental: la felicidad consiste en poder decirles todo esto al final, a mis padres y madres, que sólo hay una y uno, a mis maestras y profesores, a mis alumnos y alumnas, a mis compañeras y compañeros, a mis amigos y amigas, a quienes me cuidaron y conservaron a pesar de mis extravíos y demencias. Les he costado mucho trabajo y siempre requerí de esta legión de atentos y tolerantes cuidadores de mi turbulento y pacífico tránsito. No está de más pedir disculpas postreras por la interpretación de mis papeles varios; no alcancé a ser un artista consumado en las tablas, me quedé ensayando en la antesala, tras bambalinas, en las calles de la vida. No obstante, a muchos logré convencer de mis múltiples rostros y me he multiplicado lo suficiente como para dejarles una amplia galería de posibles Alfredos, asegún como le haya ido en la feria a cada quien de los que traté y me trataron.

Sé que con mi modesta extinción se muere un poquito de todos ustedes, de eso no se salvarán porque es la ley de la vida, pero no es tan grave; igual me ha sucedido a mí con la desaparición de mis amigos y amigas. Desde que se empezaron a ir algo de mí también se fue yendo. Yo ya hace tiempo que no estoy aquí muy completo que digamos. Ese aligeramiento acaba por ser saludable, nada más nos falta pensarlo al revés de como nos lo enseñaron. Así puede uno dar el salto con más facilidad, hacerse chiquito para pasar por un punto hacia el otro lado de la dimensión en que gozamos y penamos.

En otras épocas hubiera sido distinto el medio y el mensaje; en nuestro tiempo cuento con esta magnífica cibercomputadora que les habla por mí como si aún estuviera entre ustedes. Y no, fíjense que yo ya me fui con tal impulso y vuelo, que ni yo mismo podría detenerme. Más allá de la velocidad de la luz uno sale del espacio-tiempo y quién sabe a dónde podrá entrar, si es que va uno todavía entrable. Si se trata de reencarnar los voy a querer cerca, que me los conceda Dios otra vez, aunque agarre fama de conservador irredento. Y si ya no los tendré, que borre mi memoria hasta el hueso del alma, para no sentir que los perdí en el camino de las transfiguraciones.

Como no volveré a ser el que fui, ni ustedes los que fueron, pues aquí se acaba todo, y este acabose se resuelve en el misterio de por qué vinimos sino es para hablar de su extraña flotación: somos un  tramo sin extremos, un tendedero sin amarres en sus lados. Un airón de voces, preguntas y sueños.

Con todo este amor que ya no dirá su nombre, Alfredo Gutiérrez Gómez.

Caos y pedagogía

Ojeo un diario que comencé a escribir el 27 de diciembre de 2003. Bueno, es más una especie de registro de ideas que un diario.  Tiene en la portada una reproducción de una pintura de Vincent van Gogh (1853-1890): Rama de almendro en flor.

Me detengo en la entrada que escribí el 27 de agosto de 2005 y que se titula «Caos y Pedagogía». Leo lo siguiente:

Cuando el proceso educativo deja atrás el programa e incursiona en la estrategia y la improvisación (como el músico de jazz), los objetos de estudio, sin dejar de perder su centro, se abren a múltiples interacciones, se descubren nuevas relaciones. Esto es, se complejizan.

Cuando el profesor deja de ser el centro de todo y se convierte en un participante más, se abre el espacio al diálogo y al intercambio horizontal. Cada participación, imposible de prever en el programa, impulsa al objeto de estudio a otro lugar. Hay otros paisajes y texturas. Cuando la comunicación es intensa, cada pequeña contribución hace que el aula navegue libremente por aguas insospechadas.

La clase está sujeta a turbulencias y parece alejarse cada vez más de su punto de partida. Puede haber confusión, errancias y derivas, pero todo contribuye al descubrimiento. No hay participación que se «salga del tema», aunque algunas veces eso les parezca a los estudiantes.

Efecto mariposa: el comentario más insignificante puede causar una tormenta en el salón. Puede perseguirnos aun fuera de clase. Relámpagos y rachas huracanadas en nuestra mente pueden hacer difícil conciliar el sueño. Pero, eventualmente, se regresa al punto de partida. Ya no es el mismo. Se ha enriquecido y se le ve en su relación con otras cosas.

Esta entrada la escribí después de una muy productiva experiencia caótica en el salón de clases. Sí, es necesario que nuestra educación abra las ventanas y las puertas al caos, a la organización no jerárquica, aunque los docentes le tengan terror a «perder el control». Es necesario desprogramar la educación.

Regresar a casa XVI

Árbol en los jardines del Schumacher College

Con esta entrada termino la serie «Regresar a casa». El título hace alusión a lo que diversos autores (Edgar Morin, Thomas Berry, Stephan Harding…) proponen en tiempos tan críticos: reconocernos los humanos como una sola especie (tan fragmentada en culturas, religiones e ideologías) y reconocer que el planeta Tierra es nuestra única casa y tratarla como tal, vernos como integrantes recién llegados de una compleja comunidad que ha evolucionado por 4 600 millones de años.

Devon.

Atraído por el tema, pasé dos semanas en el Schumacher College, participando en un curso que no sólo me ha abierto la mente a nuevas ideas y teorías sobre la evolución y nuestro planeta. También ha abierto mis sentidos, mi intuición y mi lado espiritual (no religioso), adormecidos dentro de ese ámbito que llamamos intelectual. La experiencia, sin duda, ha sido la más enriquecedora en los últimos años de mi vida académica. Es un parteaguas que me muestra otros caminos para hacer investigación, para mi práctica docente y, lo más importante, para vivir la vida.

El Schumacher

Ahora se abren nuevos proyectos a corto y mediano plazo, que incluyen seminarios abiertos y emergentes, publicaciones, cursos y talleres y el trabajo colaborativo en red con gente que está comprometida con un verdadero cambio cultural en otras partes del mundo.

Saludos a Rupert, Sean, Satish y Stephan desde este blog, desde este rincón del mundo. Gracias por sus enseñanzas.

Regresar a casa XV

Después de pasar dos semanas en el Schumacher College, en Devon, cuento con dos días y medio para explorar un poco Londres. Mi lista de lugares para visitar no es nada corta y dudo que pueda completarla. Debo adelantar que los Kew Gardens quedaron fuera y quizá sea lo más lamentable de todo, pues este jardín botánico es de los más bellos y visitados (por turistas e investigadores) del mundo. Será para la próxima vez.

Galería Tate Modern, antigua planta eléctrica: sala del generador

Le echo una ojeada a mi guía de Londres, una bestia de 450 páginas y con un peso aproximado de kilo y medio (que por cada 500 metros de caminata aumenta medio kilo más). Trazo mi ruta: comenzar en la galería Tate Modern y caminar por lo que se conoce como el South Bank (que como el nombre indica, está sobre el lado sur del río Támesis), una franja sobre la que se encuentran importantes galerías, museos, salas de conciertos y, por supuesto, el London Eye

London Eye, impresionante rueda de la fortuna de 135 metros de altura.

Llegar hasta el Westminster Bridge, que me pasa al otro lado del río justo donde están las Casas del Parlamento y el Big Ben

→ Dar vuelta a la derecha y tomar la avenida Whitehall (pasando por donde están las guardias de la Reina y la casa del Primer Ministro, en Downing Street) → Pasar por Trafalgar Square, subir por St Martin’s Lane y Long Acre 

Trafalgar Square… un poco abarrotada de gente.

Hacer un amplio recorrido por Covent Garden → Tomar Coventry Street y llegar a Picadilly Circus → Subir al West End (zona de teatros y espectáculos de todo tipo -sí, de todo tipo) → Rematar el día con una cena en el Chinatown (apenas un par de calles, pero con más de 50 restaurantes para escoger).

Vista desde un restaurant chino.

El recorrido me toma todo el sábado. Más tiempo del planeado. Es que sobre el mapa todo se ve tan sencillo. Pero hay que tomar en cuenta las múltiples paradas, entradas a edificios, recargas de energía en pubs, tentempiés de restaurantes, breves y aleccionadoras desorientaciones, etcétera. Los viajes ilustran, pero cansan.

Todo es parte de una aventura que podría llamarse, siendo de plano muy reduccionistas, académica. Pero es más que eso. Se trata de salir de los «loops» de los hábitos y las rutinas, para dar paso a posibles bifurcaciones: esos momentos en los que cada decisión nos descubre nuevos paisajes, texturas y experiencias. Donde cada deriva nos aleja de nuestros planes y nos acerca a nosotros mismos.

Estoy conciente de mi modalidad de turista en Londres, completamente distinta a la de peregrino (para utilizar palabras de Satish Kumar) en Devon. Dos experiencias distintas. Pero ambas se complementan para formar una unidad que me ha enriquecido. El reto ahora es ampliar las notas que he tomado durante 15 días, reflexionar sobre qué pasó y cómo compartir con otras personas lo aprendido.

Regresar a casa XIV (cuatro preguntas)

Cuatro preguntas sencillas:

  1. ¿Cómo desacelerar para llegar más lejos, ir más allá?
  2. ¿Cómo hacer menos, pero hacerlo bien?
  3. ¿Cómo tener una vida más plena con menos cantidad?
  4. ¿Cómo crear un futuro que sea rico en tiempo y nos permita prestar atención a lo que nos rodea y a lo que hacemos?

Si pudiéramos contestar estas preguntas en nuestras universidades, si los jóvenes las reflexionaran a fondo, sería un buen comienzo para mejorar la educación… y nuestro mundo.

Regresar a casa XIII (transdisciplina, espiritualidad y las chicas del tren)

El viernes 2 de julio dejo el Schumacher College poco antes de la una de la tarde. Tomo el tren de las 13:22 de Totnes a Londres. Tres horas de viaje. Dormito a ratos. Despierto. Trato de organizar mis pensamientos en torno a lo que he vivido durante las dos semanas inmerso en el curso sobre la teoría Gaia y la evolución de la conciencia. Es imposible separar el contenido del curso de las personas que lo impartieron, del lugar geográfico en el que está situado el Colegio, del método (si se le puede llamar así), de la filosofía educativa, de las actividades realizadas… Constituye un todo indivisible. Es el encuentro más cercano que he tenido con aquello que denominamos transdisciplina.

Viene en el tren un grupo de muchachas que parecen divertirse de lo lindo. Ríen y hablan en voz alta, quizá más alta de lo que los cánones ferroviarios ingleses lo permiten. A mí no me molesta. Por el contrario, le da un toque más alegre al viaje que lo hace más ligero. Pero hay un señor (de esos con pinta muy inglesa) que se la pasa moviendo la cabeza, en desacuerdo con el jolgorio. No resiste más y se levanta de su asiento. Les pide que por favor le bajen el volumen, que dejen descansar al resto de los pasajeros. Preveo una respuesta sarcástica y fulminante de las chicas. Pero no. Todas acatan la “sugerencia”. Bajan las voces. Se ríen con mesura. Pero no pasan más de cinco minutos y la cosa está igual. Nuestro personaje hace una expresión como de “es imposible con estas chicas”.

Rupert Sheldrake, Stephan Harding, Sean Kelly y Satish Kumar han dejado ya una profunda huella en mi ánimo. Los cuatro articulan saberes provenientes de las ciencias llamadas duras, las humanidades, la filosofía, y de una rica experiencia ligada a lo espiritual. Viven lo que predican. Es decir, hay un profundo compromiso ético en lo que hacen. Hacen educación de una manera congruente. Me ha impresionado mucho el sentido de comunidad que se vive en el Schumacher. El profundo sentido de lugar que se respira allí. La capacidad de contar historias de todos. El tiempo de meditación. La hora de preparar los alimentos. El momento de trabajar en el jardín. Las excursiones por la región de Devon. Todo es parte de una educación transformadora no sólo de las ideas, sino también de la percepción y del espíritu. Además, hay un sentido práctico que me llama la atención. Como dice Satish, “Mi preocupación no es acerca de otro mundo, sino acerca de este mundo. No busco el paraíso o la salvación, o algún tipo idealizado de otra vida: busco un profundo compromiso con la vida en el aquí y ahora, sobre esta Tierra, en este mundo”. Eso me alienta. Cierro los ojos.

Llego a Londres a las 16:22 hrs. Sólo tengo que salir de la estación Paddington y caminar unos cuantos metros para llegar a mi hotel. La señorita de la recepción me recibe con una amplia sonrisa y me dice: “señor, hoy es su día de suerte”. Pregunto si mi estancia va a ser gratis. Y me dice que no, que el hotel está overbooked (creía que esto sólo pasaba con las líneas aéreas). Pero todo está arreglado: me han hecho una reservación en otro hotel, en South Kensington, a unas cuadras de Harrods y cerca de Hyde Park. El taxi corre por cuenta de ellos. Me subo a él. Sí, es mi día de suerte.