Acabo de recibir un email del Sr. Kuniko Yamaguchi. En él me informa que el Fondo Monetario Internacional, en coordinación con el Banco Mundial, aprobó una compensación para mí de 950 mil dólares (19 millones de pesos mexicanos). La razón de tal compensación, me explica amablemente el Sr. Yamaguchi, es para personas que «tenían transacciones sin terminar en cualquier parte del mundo». Esto me hizo pensar con cierta profundidad el asunto: ¿qué transacción no he terminado en cualquier parte del mundo?
Recuerdo que hace un par de meses entré a una tienda de artículos fotográficos en Nueva York. Allí pedí que me mostraran la cámara Hasselblad modelo X1D II, de formato medio y con una resolución de 50 megapixeles. ¡Qué belleza! (Me refería a la mujer que me mostró la cámara). El precio, ya con descuento de promoción, era de 7 500 dólares (unos 150 mil pesos). Sin más ni más dije: «¡Me la llevo! No la empaque, porque me la llevo puesta.» Pero justo en el momento en que sacaba mi tarjeta de crédito… desperté de tan prometedor sueño. Esto me hace pensar que mi experiencia onírica cuenta como «transacción sin terminar» y que, además, sucedió en «cualquier parte del mundo».

Pero aún así existe una brutal diferencia entre 7 500 y 950 000 dólares. Me puse a sumar lo que debo en la panadería de la esquina, al tintorero que pasa todos los martes y el último mes de renta de mi celular. Pero aún así no me dan las cuentas. Debo confesar que, a pesar de la gran diferencia señalada y de ciertos remilgos de mi parte, acepto gustosamente el ofrecimiento del FMI.
En este momento estoy contestando al señor Yamaguchi, agradeciendo la noticia y sus atenciones. Le estoy adjuntando los detalles que me pidió de mi cuenta bancaria, incluyendo la clave personal, para que la transferencia de los fondos del Fondo fluyan con tersura y alegría. También le hago saber, con mucho tacto, por supuesto, que hay algo muy extraño en todo esto: que su nombre, Kuniko, sea de mujer. Y ya de paso aprovecho para preguntarle a mi nuevo amigo Kuniko Yamaguchi si ha escuchado a la extraordinaria percusionista japonesa Kuniko Kato. En caso de que no lo haya hecho, le estoy enviando la liga a un video de ella. Seguramente disfrutará el arte y sensibilidad de su tocaya.