Respuesta desde más allá de la heliopausa

El siguiente texto es de Luis Porter, como respuesta a mi entrada «El síndrome de la inercia literaria cuántica: una justificación científica para 1509 días de silencio». De pilón nos regala unos versos titulados «Cumplir años en Xochimilco». (Este blog no se hace responsable de la calidad del texto que aquí se presenta).

Respuesta

Mon estimée de la racontée: Me toma de improviso esta esperada contribución al Guillaumin Blog, después de 1509 días de crudo silencio. Cae como una lluvia de ideas y lejos estaría de subvalorar tal introspección, que me obliga a revisar mi bibliografía, descartar algunos clásicos y volver a encuadernar algunos de los ejemplares más utilizados, víctimas de la erosión que produce la vista al pasar sobre sus textos una y otra vez, en forma si se quiere, amalgamada.

No me atrevería a leer el contenido de tal Blog, sin antes remontarme al anterior, lo cual me obligaría, en caso de hacerlo, a transitar hacia atrás por los 1509 días de silencio, lo cual podría llegar a aturdirme. Podría agregar esto o aquello, o incluso, lo de más acá, lo de mas allá y lo que ni siquiera se llega a ver, siempre  tratando de alcanzar algo más, sin por ello corregir las posibles faltas de sintaxis, de ortografía, etc.  Pero todo ello me desvía de mi verdadera intención que es la de contestar al blog, sin leerlo y muchos menos, releerlo.

Afortunadamente, en mis últimas travesías literarias, he sido omiso y ya estando en ello, he hecho caso omiso a todo aquello que podría implicar un serio cuestionamiento. Mejor, pensé para mis adentros, lo postergamos por un día más.  Ahora, hablando un poco en broma, sin la menor sorna, pero con un abultado sentido del mal humor, creo que ya habíamos intercambiado unos pareceres, en los que me disculpaba de haber transitado hacia Zimpizahua, sin detenerme en Xalapa. Omisión por la que pido disculpas, solicitando fecha para una posible visita en las estribaciones del próximo invierno, ya que el verano lo pasaré, mientras haya salud y una poltrona, en Stratford Ontario…

Van unos versos formidables que mi astuto temperamento ha logrado producir. Nada nuevo, las cursilerías de siempre, pero nada que nos pueda volver locos. Un fuerte abrazo y nos mantenemos displicentes, hasta donde quepa. Luis

Cumplir años en Xochimilco

Me gustaría festejar 

mi cumpleaños

en una trajinera,

no en una del montón

de esas cualquiera,

sino en una especial

(digo espacial)

de las que al cosmos 

suben

como quien sube

una escalera.

Una trajinera 

de techo abovedado

de esas floridas

que se alinean

en el embarcadero.

Estar allí sentado

y en el cielo ver  

una garza 

que al vuelo bate sus alas 

y despega

mientras bajo del agua

el eterno ajolote, 

su cuerpo regenera.

Festejar un año mas 

de vida 

flotando entre lirios y juncos

como a veces hacíamos

cuando íbamos juntos.

Citarnos en Cuemanco

y acomodarnos

a lo largo de una mesa 

pintada de amarillo,

y escuchar cantar 

a la cigarra

a dúo con el grillo.  

Quisiera de nuevo 

ver los verdes del paisaje 

que la tarde pinta, 

verdeando

el verde atardecer, 

y sobre la mesa

tlacoyos 

y un verde guacamole 

en platos de papel. 

Larga y angosta 

es la mesa

hecha con tablas alineadas

ya están servidos 

los tacos de canasta.

Los mismos que vendía

Pablo Valle

bajo su sombrilla

en medio de la calle.

En la trajinera 

todos vamos sentados

menos el guía

que va siempre parado

hundiendo su estaca

hasta el fondo del lago.

Los invitados

se disponen a brindar  

con mezcal, tequila 

o con cerveza

cada uno calzando 

de alas anchas 

un sombrero de paja

en la cabeza.

A lo largo del canal

vemos mas visitantes

navegando

en otras trajineras

como islas flotantes

se acercan

y nos ofrecen flores 

llenando la cubierta

de colores.

Las flores pintan

nombres que me recuerdan

fugitivos amores. 

Quisiera festejar mi cumpleaños 

en aquel Xochimilco

de los tiempos idos

cuando por unos pesos

nos llevaban a pasear 

por las chinampas

jóvenes empujando 

las varas

con gestos de torero 

o como en la Venecia 

de los gondoleros.

Apaguemos las velas

dispuestos a cantar

entre piedras talladas

y las faldas de jade 

bajo las que quisiera estar.

Y al final de la fiesta 

descansemos, 

como hace ese pájaro 

que se posa en la florida rama

de un juncal. 

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